Lo que me dejó el bicentenario

Por: Amílcar Ñáñez (Presidente del Concejo Deliberante de Colonia Caroya)

25 de mayo de 2010. 200 años de historia, de avance y de retroceso, de alegría por festejar el cumpleaños como nación libre y de tristeza por no tener aún definido nuestro rumbo.
Una bandera por aquí, una escarapela por allá, el himno nacional más acá. En fin, símbolos de un país que no termina de madurar y cicatrizar sus heridas.
Que avanza como puede y cuando lo dejan avanzar, a pesar de nuestros gobernantes, esos mismos que votaste, que voté, que votamos y que no votamos.
Es fácil mirar el pasado y criticarlo desde nuestra propia visión, sin tener en cuenta que cada uno termina siendo y actuando según las circunstancias en las que le tocó vivir.
Los argentinos -que siempre admiramos el progreso de Europa y Estados Unidos- nunca reparamos en cómo ellos se han sobrepuesto a cada una de las dificultades que les tocó atravesar y creemos que porque vivimos en una tierra pródiga en recursos naturales nos corresponde por derecho ser ricos cuando, para tener riquezas y distribuirlas, primero hay que producirlas, multiplicarlas y no dividirlas.
Lo que me quedó claro es que tenemos una visión difusa de país, ya que los que hoy manejan el poder en la esfera nacional han dado muestras de falta de madurez política y de que en lugar de buscar la unidad nacional siguen alimentando la división entre nosotros y los otros, donde sólo hay declamación sin acciones concretas de entendimiento en la elaboración de políticas de estado que nos permitan ser la nación que nos merecemos.
Cómo saber que hubiera sido de nosotros como país, si Moreno no hubiera muerto en viaje a Inglaterra, si Urquiza hubiera triunfado en la batalla de Pavón, si no hubieran derrocado a Yrigoyen en 1930, si Perón hubiera perdido las elecciones del 46’, si no hubiera sucedido el golpe de estado del 76’, ni la guerra de Malvinas del 82’.
Quizás seríamos como Australia o Canadá, países que estaban más atrasados que nosotros a principio del siglo XX y hoy nos miran desde arriba, quizás.
Pero no, somos argentinos, crisol de razas del mundo, que la mayoría descendemos de los barcos, ya que todos tenemos un antepasado que vino del otro lado del mar a buscar un futuro mejor, a poblar nuestro suelo necesitado de brazos e ingenio que le sacase el jugo, fruto del trabajo y el esfuerzo, que los cobijó y les dio una oportunidad donde hacerse de un lugar bajo el sol para ellos, para nosotros, sus hijos y nietos.
Este festejo me dejó la sensación de que todavía está todo por hacerse, a pesar de los gobernantes, esos mismos que votaste, que voté, que votamos y que no votamos.
Que vale la pena luchar por un futuro mejor, para que el que piensa distinto pueda decirlo sin temor, para que el que invierte sienta que está seguro de lo que hace y que no le cambiaran las reglas de juego al día siguiente.
Que la Argentina de 2010 no es la de 1910, pero que entonces se vivía un clima de optimismo hacia el futuro, ese optimismo que hoy no se percibe a simple vista. Quizás porque algunos nos quieren hacer ver un futuro oscuro si no son ellos los que gobiernan o porque prefieren dividir en lugar de buscar el acuerdo que necesitamos.
O porque quizás de tanto mirar afuera no aprendimos lo suficiente de la historia vivida.
Esos son sólo algunos de los motivos sobre por qué estamos como estamos, aunque prefiero siempre pensar en un mañana mejor, donde cada uno desde el lugar que ocupe aporte su grano de arena, para que entre todos construyamos un país mejor, a pesar de los gobernantes, esos mismos, que votaste, que voté, que votamos y que no votamos.
Por eso, como decía Ortega y Gasset: “ARGENTINOS A LAS COSAS”.
El futuro no está escrito, depende de nosotros.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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