Calesitero de Jesús María pide que le dejen dar una vueltita más

Esta semana se conoció que la explotación de la histórica calesita fue cedida por la familia Cadamuro a Roberto Ruarte. El hombre, que no tiene contrato firmado, pidió al municipio una posibilidad para restaurarla y no se niega a que la trasladen a otro lugar.

A Roberto Ruarte le unía una relación de afecto y amistad con Agustín Cadamuro, quien fuera el propietario de la calesita ubicada en la esquina de Córdoba y Julio A Roca. Ésa fue la razón por la cual los hijos de Don Agustín le hablaron y le ofrecieron la posibilidad de explotar el atractivo.
Ruarte hizo en su momento un desembolso cercano a los 10 mil pesos y con la ayuda de mucha gente, incluida la Municipalidad, volvió a poner en marcha la calesita los fines de semana y feriados durante el invierno y algunos días más durante el verano.
El “calesitero” señala que la explotación del atractivo le genera un sueldito que estimó en un promedio de entre 1200 y 1500 pesos mensuales que le sirven para ponerse al día con sus cuentas e impuestos.
El hombre asegura que está dispuesto a contratar un seguro de accidentes, a mantener el servicio de urgencias médicas, y a mejorar la instalación eléctrica del juego y reparar las partes que estén rotas pero quiere que le otorguen una oportunidad. Ruarte hace unos seis años que viene explotando la calesita.
“Creo que vamos a llegar a un feliz término, aunque todo depende del intendente Gatica. Nosotros nos vamos a poner bien las pilas a ver a qué definición llegamos”, señaló Ruarte antes de explicar que él fue el encargado de restaurar el juego, después de haber estado cerrado y casi destruido durante un período prolongado de tiempo.
Ruarte hizo las inversiones y los trabajos sin tener ningún tipo de contrato ni con la familia Cadamuro ni con el municipio, pero eso lo tiene sin cuidado porque señaló que se siente respaldado por la familia Cadamuro.
“A las escuelas y al mismo padre Julio (Aguirre) les he dicho que envíen a la cantidad de niños que quieran que los atendemos gratis. La consigna acá es que ningún chico se va sin dar una vuelta en la calesita”, añadió Ruarte poniendo énfasis en que no quiere polemizar con nadie y desentendiéndose de la movida que se generó en los medios de comunicación y en internet. Para él, atender la calesita es una cuestión que excede lo comercial: “Es el lugar genuino de la gente que viene acá y está con los chicos. Calcule que es un peso lo que cobro y la gente se siente cómoda acá. Digamos que es como una casa grande. Acá no hay diferencias entre ricos y pobres y eso lo tendrían que tener en cuenta”.
En semanas frías, pueden pasar por la calesita unos 350 o 400 niños y el número puede ser hasta un 50 por ciento mayor cuando hace calor. Ruarte insiste en que, además de un extra, atender la calesita es un “hobby sublime” y se mostró confiado en que un esfuerzo de ambas partes se podrá arribar a un acuerdo.
Ruarte dijo que aunque un traslado sería complejo, no se negaría a que el entretenimiento se pueda llevar a otro lugar dentro del parque infantil. Finalmente, el calesitero descartó que el juego pueda representar algún tipo de peligro para los niños, incluso en el estado en que se encuentra hoy.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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