Editorial: Trabajadores confundidos y confusión de culpables

A propósito del Día del Trabajo y de algunas confusiones generales.

No se podrá construir una sociedad diferente si sus miembros no tienen algún tipo de certezas que no sólo tienen que ver con la marcha del país sino también con las decisiones que las empresas e industrias privadas toman. Así, es muy fácil atribuir a un gobierno de turno, cualquiera que sea, las consecuencias de la pérdida del valor adquisitivo del salario. Pasa hoy. La plata no alcanza para llenar el changuito en el súper y la culpa la tiene los políticos “¡corruptos!” como si la inflación fuese un fenómeno que solamente desatan las decisiones gubernamentales. Al menos, ese análisis, es de una ligereza temible.
Que digan los médicos, los maestros, o los policías que tienen salarios indignos es una cosa porque sus asignaciones dependen completamente del Estado. Es, en ese caso, el Estado quien no les garantiza el acceso a los bienes y servicios mínimos e indispensables. Pero ¿qué pueden decir los que son empleados de empresas multinacionales que se enriquecieron en los ´90 y en los años entre 2003 y 2008? ¿Pueden decir ellos que fue el gobierno el que les quitó la capacidad adquisitiva? ¿O fueron sus empleadores mezquinos los que no le actualizaron sus salarios acorde a la inflación? ¿Es que todas las grandes empresas dejaron de ganar en estos años? ¿Es que sus utilidades son tan magras que no pueden darles sueldos dignos a los motores de su riqueza? ¿Será que hay sindicatos que tienen más capacidad de presión que otros?
En los años de crisis, cualquier ser humano se acostumbra a pedir poco y a exigir menos por miedo a quedarse sin empleo. No hay ninguna evidencia de que en nuestro país vaya a suceder lo que pasa por estos días en Grecia, donde se está viviendo una situación similar a la que vivió Argentina en 2001 y 2002.
Pero una porción importante de los trabajadores prefiere culpar al gobierno antes que responsabilizar a su patrón por los salarios que le paga. ¿Otra vez miedo a perder el trabajo?
En un país donde casi nada se llama por su nombre, es hora de dejar de usar eufemismos y llamar explotación a la explotación y de llamar abuso patronal al abuso patronal. Si el trabajo dignifica, dignifiquemos el reclamo por mejor trabajo.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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