Carrasco tocó intereses muy importantes cuando difundió parte de su investigación sobre los efectos nocivos del herbicida “Glifosato” en anfibios y aves. Lo acusaron, lo desmintieron, lo vincularon políticamente, pero él aseguró que está más allá de toda esa polémica.
Esta comunidad viene debatiendo desde el año 1997 la problemática de los agroquímicos y usted viene a hacer su aporte como investigador a partir de su investigación sobre efectos del herbicida que usa el 90 por ciento de la producción granaria, el glifosato
- Estas invitaciones las acepto porque me parece que no está mal intercambiar ideas. Me parece que el glifosato es un elemento de esta discusión y detrás de ese elemento uno debería decir que es parte de un paquete tecnológico que es una semilla transgénica con su herbicida ad hoc. Ese paquete tecnológico se está aplicando desde el año 1996 en Argentina y nunca hubo un monitoreo claro sobre la extensión de la frontera sojera –ya estamos lindando los 20 millones de hectáreas- y se usan 200 millones de litros de glifosato por año en esos 20 millones de hectáreas. Además de los cuatro millones de endosulfán y 2.4D que no se sabe muy bien por qué se siguen usando.
¿Qué se tendría que haber hecho, entonces?
- Este experimento que uno hace sobre la naturaleza debería haber sido monitoreado desde un principio y haberse verificado con pruebas más importantes si se pensaba que eso iba a llegar a este nivel de extensión en el tiempo, territorio, y en cantidad de herbicidas usados. Debería haber sido estudiado más cuidadosamente, sobre todo en término de dosis porque hay muchas preguntas que no están contestadas y que las empresas que elaboran esos productos no contestan. En realidad uno se va derivando, ya no es el glifosato, es un paquete, hay un modo de producción con estas tecnologías que tienen un objetivo claro: producir intensiva y extensivamente hasta agotamiento total, lo cual produce un pasivo ambiental.
¿Cuál fue el impacto de ese modelo?
- El impacto aparece hace dos años cuando se empieza a manifestar muy fuertemente que no solamente desaparecen las mariposas, las lombrices y los pajaritos sino que aparecen problemas en salud humana que moviliza a las poblaciones porque le tocan una cosa muy personal. Ya no es el medio ambiente solamente sino que está metiendo en el cuerpo de uno. Es un buen momento para debatir esto porque este modelo de producción muchos pensamos que no es sustentable, no es para siempre, algún día se va a agotar. Y más pronto que tarde. El glifosato y su semilla transgénica es el primer paquete pero no va a ser el último, vienen otros, que vendrán a suplantarlo cuando no funcione más o no ande tan bien. Habrá otros cultivos que usen paquetes tecnológicos. En este país la producción masiva y extensiva será un dispositivo económico y habría que discutir si eso es lo que decidimos los argentinos o alguien decidió por nosotros.
¿Cuáles son las preguntas que las empresas que fabrican estos productos no contestan?
- Algunas cosas todos sabemos que no las dicen y a veces se ha demostrado que han tenido demandas judiciales por ocultar información. Tecnológicamente, hoy existen maneras de testear la toxicidad de esos productos que deberían reemplazar a las viejas maneras. No se testean dosis subletales en forma crónica, por ejemplo. No solamente grave es lo que mata sino lo que enferma. Lo que mata lo hace súbitamente. A usted lo baño en veneno y lo mato pero le puedo dar pequeñísimas cantidades de veneno, microscópicas, y matarlo a lo mejor en varios meses. La Farmacología nos enseña que lo subletal en dosis crónicas a lo mejor no mata pero enferma y a lo mejor enferma de cosas graves.
Nos habían hecho creer que si aplicábamos glifosato en determinadas dosis de temperatura, humedad, y viento era absolutamente inocuo.
- La inocuidad absoluta no existe porque es un herbicida. Mata seres vivos, rompe cadenas ecológicas, altera los sistemas ambientales. Hoy nadie podría decir eso. (Sigue en el Blog)
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