Durante las dos últimas sesiones, el Concejo Deliberante de Colonia Caroya debatió en duros términos la cuestión sobre las antenas de telefonía, sobre su ubicación actual, y sobre los futuros emplazamientos, debate matizado por acusaciones del oficialismo hacia el justicialismo por el manejo de la cuestión ante la comunidad.
Finalizada la discusión sobre la instalación de dos microceldas en el techo de la Municipalidad (aunque siempre se habló de una microcelda) y sobre la eventual instalación de una antena sobre la calle 22 sur, la cuestión derivó en la situación de la antena que está ubicada sobre la calle Pedro Patat sur que está funcionando y de la que se sospecha que están colgadas todas las empresas de telefonía móvil (Personal, Claro, Nextel, y Movistar).
La cuestión es que esa antena debiera estar desactivada y desmantelada desde hace ocho años, si hay que atenerse a lo que dicen las ordenanzas vigentes. En esa irregularidad, están envueltos gobiernos radicales –porque el contrato de locación original data del año 1998- y justicialistas –porque en 2001 hicieron una ordenanza que prohibía las antenas en la zona urbana-. Pero lo cierto es que generó mayor debate el tema de las microceldas en el techo del edificio municipal y la antena de la calle 22 que, hasta el momento, son sólo proyectos sin ejecución y no lo que ocurre con la antena de la calle Patat que está vivita y coleando.
En la sesión del pasado miércoles, los ediles aprobaron la creación de una comisión de trabajo que tendrá la tarea de investigar si es cierto que todas las empresas de telefonía móvil comparten antena en la ciudad y de averiguar quién otorgó los permisos de instalación para las empresas que no fueron autorizadas por el municipio. Los concejales Mario Rojas, Gustavo Brandán, y Víctor Ducló serán los integrantes de dicha comisión.
Información sí, miedo no
La discusión latente, en definitiva, es sobre el grado de afectación a la salud que pueden generar las antenas de telefonía y aunque hay dos bibliotecas al respecto, nadie pudo vincular hasta el momento la aparición de enfermedades como el cáncer o la leucemia con la exposición a las radiaciones que emiten.
Si se sabe que las antenas producen efectos térmicos, no térmicos, y atérmicos y que son parte de un cóctel de cosas que afectan la salud, pero no es el componente más importante de ese cóctel.
Según la información que se maneja, en Colonia Caroya habría unos 25 mil teléfonos móviles que necesitan de una señal para poder funcionar. Lo que no se discutió todavía es sobre qué tipo de antena debería exigirse a las empresas y con qué potencia, si deben concentrarse en un solo punto geográfico o en diversos, si deben haber pocas y enormes estructuras como las que existen hoy o muchas y más pequeñas diseminadas por toda la ciudad.
Toda esa discusión habrá que plasmarla en una ordenanza que actualice los contenidos de la que está vigente y que data de 2001.
En el mejor de los casos habrá que compatibilizar la necesidad de que los vecinos tengan garantizadas las comunicaciones y que su salud no se vea amenazada por la falta de controles del estado en cualquiera de sus estratos.
Pero no puede ningún municipio resignar su autonomía y permitir que empresas que facturan millones de pesos no realicen las obras que deterioren menos la calidad de vida de los vecinos del lugar.
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