Como en otros órdenes de la vida, hay que saber separar la paja del trigo y ser justo en las apreciaciones respecto de los dirigentes de las instituciones.
Durante las últimas semanas en las redes sociales y por correo electrónico, viene circulando una corriente “Lanatiana” que ha transformado a vecinos comunes en indignados.
En la vertiente “Lanatiana” todos son culpables muchísimo antes de que se pronuncie la Justicia. En la boca de Lanata, el que no es delincuente es estafador, obsceno, idiota útil, estúpido.
Y elige un blanco fácil: la clase política y su descrédito creciente entre las masas votantes. ¿Hay algo más fácil que echarle la culpa de casi todos los males a los políticos? ¿Hay algo más fácil que escandalizarse por el nivel de ingresos que tienen y la vida que llevan con esos ingresos?.
Jorge Lanata genera empatía de inmediato con el argentino promedio que, después de ver sus informes en formato de stand up, salen a vociferar contra el gobierno como si fuese el exclusivo responsable de toditos los males.
Lo triste es que muchos tele espectadores creen que ése es el periodismo que hay que empezar a hacer: un periodismo de petardos, de fanfarria, de gestos grandilocuentes, de voz en alto y rostro adusto. En definitiva, nos piden que hagamos periodismo de indignación y que salgamos a acusar a todos de ladrones y atorrantes y mafiosos.
Lo triste, en el escenario actual de los medios, es que a ese periodismo sólo se le opone el periodismo militante y oficial que no duda en aplicar calificativos degradantes y denigrantes a todos los que piensan diferente.
Y más triste aún es comprender que no existe hoy un periodismo que supere lo que hace Lanata, pero tampoco lo que hace 678.
Es bueno señalar que existen miles de colegas que no están alineados en ninguna de las dos vertientes. Colegas a los que les importa un cuerno la pompa y el autobombo que se da Lanata y mucho menos la ligereza con la que se fragmentan los discursos opositores en la televisión pública.
Hay colegas que defienden algunas medidas que logró este gobierno y critican los desa-ciertos y señalan los desafíos que se vienen.
Sería bueno que la Justicia resuelva las acusaciones que pesan sobre algunos funcionarios cuanto antes. Para no dar lugar a ninguna especulación “Lanatiana” que sólo ha sabido inyectar veneno desde que arrancó con la televisión en tiempos de Carlos Saúl Menem.
Y una más: nuestra responsabilidad como medios locales es señalar y criticar los aciertos y desaciertos en las gestiones municipales de la región y las promesas y deudas que el gobierno provincial mantiene con la zona. Lo otro es pretender que abarquemos mucho apretando poco y eso tiende a la dispersión informativa. No lo señalamos como sentencia sino como una opinión meditada desde aquí.
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