La expresión del director del Museo Jesuítico Nacional, Nelso Lenarduzzi, era la de un hombre satisfecho, contento, exultante. No era para menos ya que, después de mucho batallar, de mucho insistir a través de notas, y de no bajar la guardia fue consiguiendo que la Estancia de Jesús María vaya teniendo mayor jerarquía.
Así, el Museo sumó en su momento especialistas en conservación como Fernando Marte, a María José González, quien fuera una de las artífices de la puesta en valor de la colección aborigen en la bodega del museo.
Y después vinieron María Belén Domínguez, Tomasa Heredia, Ana María Salgado, Andrea López Camino, y Sebastian Vecchio, entre muchos otros, cuyos aportes al crecimiento de la Estancia han sido de gran valía. Tan valiosos como los empeños de los y las guías, del personal de mantenimiento, del personal de seguridad, y de quienes llevan adelante la faz administrativa.
“A la institución la hacen personal. La calidad humana y sus condiciones son las que le dan calidad a la institución. Mal podemos decir que somos la institución y ella no nos va a dar lo que no tenemos. En este caso, pudimos comenzar a hacer investigaciones, restauraciones, y miles de cosas en distintas áreas gracias a que tenemos personal capacitado”, señaló Lenarduzzi respecto de las aseveraciones anteriores.
Pero para llegar a este presente, la Dirección tuvo que esperar dos décadas o más. “En algún momento llegamos a una situación en que no teníamos ni una hoja para hacer una copia de una nota, y teníamos que comprar una resma de papel de nuestro bolsillo”, ejemplificó el director.
Durante la celebración del Día Internacional de los Museo, la Estancia Local presentó su nuevo tríptico y su nuevo catálogo en los que incorporaron información sobre el edificio y sobre sus diferentes etapas de construcción, producto de investigaciones que respaldaran la información que se sabía pero no estaba documentada.
“Sabíamos todo y hasta lo decíamos pero no teníamos el documento. Hoy, tenemos el respaldo documental, sabemos quién lo dijo, cuándo lo dijo, y dónde está documentado. Tenemos las certezas de esas cosas que decíamos porque habían sido leídas por alguien y trasmitidas oralmente”, señaló Lenarduzzi.
Sin embargo, el director cree que hay una parte que el visitante jamás la verá y que le insume al personal del Museo un 90 por ciento y es la documentación de cada objeto de las diferentes colecciones que tiene el Museo. Cada objeto va a tener su legajo en el futuro en archivos ignífugos a un costo muy alto.
“Era un sueño de locos pensar que nos iban a proveer de eso y hoy es una realidad. Vamos a tener el mejor sistema de alarma y el más sofisticado”, continuó enumerando Lenarduzzi entre los cambios que se vienen.
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