La historia arrancó con Vilma Lauret, algún día de mayo de 1981, cuando comenzó a reclutar jóvenes con ansias de bailarines para formar un elenco estable de danzas italianas.
Pataduras, habilidosos, eximios, y “laburantes” se han ido mezclando en las numerosas camadas que lleva, desde entonces, el Conjunto Caroyense de Danzas Italianas Alegrie.
En los primeros 30 años, se han presentado en escenarios de todo el país, en Perú, en Colombia, y en Italia (adonde piensan volver en agosto de este año). Fueron más de 700 presentaciones y más de 150 las personas que han pasado por el grupo.
A Vilma Lauret, la sucedieron en la dirección del grupo Betty Repetto, Elvio Juncos, Luis Grión, Federico Uanino, Raúl Novara (que pasó a ser el coreógrafo), y Martín Piazzoni, el actual director.
Actualmente son 40 los integrantes que tienen un rango de edad que va desde los 16 a los 45 años. Desde enero de este año, vienen trabajando en la presentación de su espectáculo para conmemorar los 30 años de trayectoria. Miércoles y viernes desde las 22 en el salón parroquial de Colonia Caroya tienen lugar los ensayos y, según pudo confirmar Primer Día, vienen ultimando detalles.
¿Cuál es el secreto para que se sigan sumando integrantes al grupo? La mayoría va para hacer amigos y ése es el hilo conductor del conjunto. Porque con el amigo se discute, pero se disfruta también, y los lazos que se arman son más difíciles de romper. Por eso, les cuesta a los que van creciendo abandonar el grupo y, por eso mismo, los que llegan rara vez se van.
Además de una historia artística, el conjunto tiene para contar infinidad de historias de vida.
Testimonios de la experiencia
“Desde chiquita quise pertenecer al conjunto porque mi mamá fue una de las ocho parejas fundadoras del conjunto cuando Vilma creó el conjunto en 1981. Siempre tuve esas ganas de seguirle los pasos”, relata entusiasmada.
Martín Lóndero, integrante del conjunto desde hace 12 años, recordó que fue su amigo Federico Uanino quien lo invitó a participar. Se anima a ensayar un alegato a favor y en contra de los pataduras o los eximios bailarines, en medio de las risas.
“Se diferencian mucho las danzas del norte con las del sur. Digamos que las del sur son mucho más saltadas, entre comillas más improlijas, mientras que las del norte tienen más detalles. Entonces, hay gente que tiene mayor cualidad para los detalles y a otros los detalles no se les notan porque bailan en el sur a los saltos. Pero hay gente patadura para las dos como yo”, dice Londero antes de la carcajada.
En realidad, en el grupo se ve una gran uniformidad y sólo el ojo experto podría hacer una diferenciación tan precisa. Por eso, es que todos aprenden todo y bailan todo tipo de ritmo. Es un equipo permanente de titulares y suplentes sin distinción alguna.
Virginia rescata la presencia de los más grandes en el grupo: “Siempre es importante tener referentes porque te fijás qué hacen ellos, cómo bailan, qué actitud toman, para guiarte en como actuar”. Y añade Martín: “Un poco te enseñan lo que es el conjunto en sí porque te enseñan desde el baile a la convivencia, historias, anécdotas, situaciones”.
Historias para todos los gustos
El “Nica” Copetti bailó hasta hace pocos años con su esposa dentro del conjunto y, hoy, con cuatro décadas y pico es el más experimentado y tiene el orgullo de que ingresó al conjunto su hijo Pablo.
¿Qué lo trajo y qué hace que se siga quedando en el grupo? “Estaba con mi primo Luis y pasó un día Vilma -en esa época no había semillero- y nos eligió. En el primer ensayo en el polideportivo, no me salía nada. Estuve un año sin bailar porque no me salía nada hasta que arranqué. No seré el mejor bailarín pero me gusta lo que hago y el conjunto me dio mucho: conocí casi todo el país, conocí Italia, Perú. Me da satisfacciones y es algo que amo. Según yo, me iba a ir a los 30 años y sigo y sigo y no sé cuándo irme. Con toda la suerte que entró mi hijo y menos ganas me dan irme”.
“Cuando a uno le toca bailar, subir a un escenario sabiendo que uno no es artista y sin embargo la gente te aplaude y le gusta lo que hacés, te dan ganas de quedarte”, completa Nica, quien ya vivió la fiesta de los cinco, de los diez, de los veinte, y ahora va por el de los 30. Cada una de esas fiestas tiene su significado y son la oportunidad para aprender cosas nuevas.
Por su parte, Martín Piazzoni se siente halagado de que sus compañeros de conjunto lo hayan elegido para el puesto de director del conjunto, hace tres años. Piazzoni hizo el semillero en el ‘97 e ingresó al conjunto en el ‘98.
“Se está dando que, en los últimos años, somos pocos los más grandes. Por eso, la elección me tomó por sorpresa aunque se sabe que el director es sólo la cara visible porque nos manejamos siempre con decisiones grupales”, aclara Piazzoni antes de señalar que su “chapa” no le da derecho a imponer decisiones.
“Me han sabido trasmitir lo que es el grupo, tanto los anteriores directores como la comunidad. La responsabilidad mía y de los más grandes es trasmitir eso a los que van ingresando”, resume Piazzoni en cuanto a la mística en torno del conjunto.
Alegrie se puede definir como una familia que se elige, por la cantidad de tiempo que comparten y por las enseñanzas y los valores que se viven dentro de su seno. Por eso, dice la mayoría que cuesta tanto dejarlo.
Por lo pronto, el conjunto está de fiesta y se prepara para un espectáculo lleno de sorpresas dentro de un par de semanas. Habrá que decir presente y disponerse a la celebración.
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