900 personas escucharon las propuestas de Tonucci sobre la Educación Primera

Aunque el pedagogo italiano Francesco Tonucci no vino a Jesús María a decir nada nuevo, o al menos nada que no haya escrito en alguno de sus innumerables libros, su presencia resultó un bálsamo refrescante para los que tuvieron la oportunidad de escucharlo.

Particularmente, cuando se refiere a la posibilidad de pensar las ciudades desde la infancia, es decir, cuando los infantes son los que proponen los grandes temas de discusión de la sociedad.
Tonucci dixit: “Las plazas con columpios y toboganes, casi siempre con rejas, son una trampa para los niños porque es una manera de aislarlos, echarlos, para no tenerlos en medio, para que no nos molesten. Por el contrario, necesitamos de niños que nos molesten y los niños necesitan molestar a los adultos porque siempre ha sido este el juego para crecer. Esto es un ejemplo que nos lleva a una consecuencia, aparentemente paradójica: no dejamos salir a la calle a los niños porque pensamos que es peligrosa pero es lo contrario porque es peligrosa porque no hay niños en las calles. Con el tema del espacio público es igual. Los niños necesitan vivir el espacio de la ciudad, no un espacio para ellos. Ninguno de nosotros aceptaría vivir en espacios dedicados a nosotros. Reivindicamos la ciudad como espacio nuestro y los niños necesitan que el espacio crezca con sus capacidades. No es posible que haya un espacio de juegos que valga siempre desde los tres a los doce años. Los niños nunca volverán a este espacio absurdo hasta que no sean padres para llevar a sus hijos”.
El pedagogo está convencido y convenció al auditorio que se montó en el Colegio del Huerto sobre la necesidad de que la mayor inversión en infancia se haga antes de su ingreso a la escuela primaria y que los niños participen de la experiencia de la escolarización como personas que llegan a la escuela “sabiendo” muchas cosas y no como tabulas rasas.

La Conferencia

¿Estas experiencias de las que usted habla son traspolables a países con menos oportunidades económicas?
- Hay estudios importantes y recientes, por ejemplo, uno del premio Nobel de Economía de 2000, James Heckman, de Estados Unidos, que demuestra que todo el dinero que ponemos para mejorar las condiciones de la infancia renta (produce) muchísimo. Al contrario de casi todas las intervenciones públicas que a veces son necesarias e importantes pero que no tienen una renta. Un ejemplo son las remuneraciones que se pagan a los jubilados en Italia que son muy altas porque somos muchos pero que no rentan nada. Es un deber hacerlo, pero no renta. Por el contrario, al mejorar las condiciones de la Educación Infantil con escuelas que hacen experiencias de desarrollo, todo lo que hacen allí renta el 700 por ciento, es decir, que cada dólar invertido renta 7 dólares que es muchísimo.

¿Qué significa eso?
- Que los políticos no deberían tener miedo de poner dinero a favor de la infancia porque es el único dinero que tiene una renta alta porque al mejorar las condiciones sociales disminuyen los costos de los servicios sociales y aumentan la producción. Un niño que ha tenido una buena infancia, un buen amamantamiento natural, que ha podido jugar en una escuela infantil de alto nivel será un adulto más sano –por lo tanto cuesta menos en términos de salud pública y hospitales- más honesto –costará menos en términos de cárceles y policía- y va a producir más y mejor. Por lo cual, ¿qué más queremos?. El tema económico no debería ser una barrera. Es un tema político.

¿Cuál es su opinión sobre la incorporación de las nuevas tecnologías?
- La actitud que tenemos que tener siempre sobre todo lo que podamos crear, construir e inventar es positiva. Son recursos y tener miedo de ellos es siempre peligroso. Porque esto va construyendo un mundo doble y separado entre adultos y niños. Hoy, los niños tienen una competencia en estas tecnologías más altas que las nuestras. Por lo cual, muchas veces nosotros tenemos miedo pensando que son formas de deseducar a los niños, simplemente porque nosotros no entendemos y no somos capaces. Y todo lo que supera nuestra capacidad lo consideramos inútil  y peligroso. Dicho esto, hay que tener cuidado de no caer en trampas que hoy se están discutiendo y perfilando bastante, por ejemplo, que el mundo virtual sea una manera fácil para superar algunas contradicciones de nuestra sociedad. En Estados Unidos, se comenzó pensando que el trabajo virtual  podía solucionar el problema del tráfico. Pidiendo a los obreros que no salgan de sus casas, se podía ahorrar mucho movimiento de autos y así ahorrar dinero en las sedes de trabajo. Pero fue un fracaso -menos en algunos sectores muy desarrollados conectados con el mundo de la tecnología- y los obreros lo rechazaron porque querían salir de casa. Esto vale para los niños. Ahora, frente el miedo del ambiente, la violencia de los barrios, el peligro del tráfico, y el miedo de los pedófilos y todo eso, muchas familias están considerando la posibilidad de que sus niños, en lugar de salir, se “conecten” con amigos. Por eso, hay una difusión impresionante del teléfono móvil para niños de diez años o menos y está entrando internet con la web cam. Creo que todo esto sí que puede ser peligroso: pensar que eso puede sustituir la vida real. Si empezamos diciendo ‘mi hijo puede salir sólo si tiene el celular siempre prendido’ o ‘no necesita salir porque tiene internet para conectarse con sus compañeros’, esto puede llevarnos a consecuencias graves.

¿Qué reflexión tiene en torno a las políticas públicas, los niños, las niñas, y los juegos?
- Es interesante notar como, después de 20 años del proyecto de la Ciudad de los Niños, podemos decir que desde los niños sale una propuesta política alternativa. Los temas que a los niños les preocupan más y por las cuales proponen cosas alternativas son los temas grandes de la política actual: la seguridad, el espacio público, la salud. Sobre la seguridad, nuestras ciudades siguen andando en un camino absurdo porque se sigue pensando que frente a la inseguridad hay que aumentar la defensa (policía, cámaras de videos en la calle, acompañar a su hijo todas las veces en auto considerándolo como un lugar protegido). Esto está produciendo desastres porque los niños han perdido la posibilidad de jugar, de encontrarse con amigos, de aprovechar de la calle y los espacios públicos. ¿Los niños que proponen como alternativa? Los niños de Rosario dicen ‘los adultos pueden ayudarnos desde lejos’, es decir, piden un ambiente acogedor y no un guardaespaldas, no que su padre lo lleve de la mano sino que los adultos nos hacemos cargo de la presencia de los niños para que puedan volver a aprovechar de la calle, de la ciudad.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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