En seis meses quieren nuevo código urbanístico para Colonia Caroya


En ese plazo debatirán cuál de los estudios presentados es más aplicable a la realidad y a las necesidades de Colonia Caroya. Coinciden en que, en cualquier caso, hará falta decisión política para hacerlo cumplir.

Los últimos tres Concejos Deliberantes de Colonia Caroya no pudieron resolver una cuestión que es crucial para los vecinos: saber dentro de qué parámetros se puede edificar dentro de la zona urbana sin molestar a los vecinos y cómo compatibilizar los intereses de productores e industrias con los vecinos de la zona urbana.
En el año del bicentenario, da la impresión de que se pudo avanzar un poco y que habría un principio de acuerdo de comenzar con un nuevo patrón de asentamiento para toda la ciudad. De hecho, el oficialismo está estudiando el proyecto que presentaron los profesionales Florencia Boretto, Natalia Cragnolini, María Belén Ochoa, Oscar Cragnolini y Omar Fantini, quienes establecieron 11 patrones de asentamiento para el ejido municipal en un trabajo de 39 páginas.
Antes que eso, el cinco de diciembre de 2007, el arquitecto Hugo Peschiutta le entregó a las autoridades de ese entonces el resultado de un estudio similar al presentado recientemente aunque con un desarrollo notablemente superior, presentado en 87 páginas, porque demandó de un período de trabajo de nueve meses en el que también trabajaron los arquitectos Sara Rossi, David Malik de Tchara, y Victoria Cebrián.
Como sea, es la primera vez en años que los Concejales disponen de dos trabajos para ir estudiando qué le convendrá a la ciudad de cara al crecimiento que tiene que planificar.
“Tenemos la gran responsabilidad de compatibilizar la parte rural con la urbana y que el crecimiento de parte urbana no perjudique a aquel vecino que es productor y que vive de su producción en la zona establecida para ello”, explicó el presidente del cuerpo de ediles, Amílcar Ñánez.
“Estamos a la puerta de resolver este tema –añadió Ñáñez- y de no dejar de que pase más el tiempo. Porque hay muchos productores interesados en saber qué va a pasar con las parcelas que están próximas a la zona urbana ya que muchos viven de esa producción. Queremos ver si entre todos podemos lograr un patrón armónico de convivencia entre la historia de la ciudad –cómo nació y cómo vive parte de su comunidad- con la explosión inmobiliaria que vivió la ciudad en la última década”.
Sobre este tema, el concejal de la oposición Gustavo Brandán advirtió: “Hay que evitar la especulación inmobiliaria que se puede dar en Colonia Caroya respecto de cuáles son las zonas que en el futuro se pueden transformar en urbanas porque nos pueden traer un problema muy grande y perjudicar a los pequeños productores. Eso hay que atenderlo con mucho cuidado porque sino vamos a tener un boom inmobiliario sin contar con servicios básicos como cloacas”.
Brandán fue secretario de Gobierno en la gestión anterior y el responsable de solicitarles el estudio al arquitecto Peschiutta y su equipo. Por eso, no extraña que sienta cierta preferencia por ese trabajo: “A mi me hubiera gustado que tenga una continuidad porque son temas de Estado que tienen que estar por encima de las gestiones de gobierno, máxime en el caso de Colonia Caroya donde hay tanta desorganización. Quiero y espero que no profundicemos este desorden porque dentro de diez años vamos a desbordar de conflictos. Hay que respetar el perfil de ciudad campo que establece la Carta Orgánica y que fue votada por todos los convencionales”.
Para Ñáñez, en tanto, la cuestión pasa por la realidad actual de la ciudad: “La ciudad creció tanto que donde se había planificado una plaza tal vez haya un loteo o un conjunto de viviendas. La intención es que esto salga en un lapso no menor a cuatro o cinco meses para que las construcciones actuales no nos generen nuevos problemas a resolver”.
Ambos concejales coinciden en señalar que tiene que haber una decisión política sobre cómo se implementa el ordenamiento y en que son muchos los aspectos que tienen que tener en cuenta sobre lo que va a quedar plasmado en la futura ordenanza.
“Los cambios que se tengan que hacer deben surgir del consenso y evitando conflictos entre los intereses de los vecinos” fue otro de los aspectos en los que hubo coincidencia entre los bloques de concejales. La unanimidad en la redacción y las decisiones sobre el código urbanístico es una de las cuestiones sobre las que machaca la oposición, que intentará compatibilizar los dos proyectos y hacer del trabajo final algo práctico y aplicable.
Las declaraciones atienden, en gran medida, al reciente pronunciamiento que han tenido los productores autoconvocados que pidieron que se los deje trabajar y que se los controle a través de gente idónea. En el reclamo, también pidieron claridad en la redacción de las normas sobre dónde empieza y termina cada zona, atendiendo a que las inversiones en fruticultura se planifican a diez o quince años y que necesitan ciertas garantías sobre lo que pueda suceder.
Pero también responden a la necesidad de frenar la especulación, ya que hubo muchas inversiones inmobiliarias y hay otras aguardando a que el nuevo mapa de la ciudad sea definido. De los concejales dependerá elegir lo mejor para todos.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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