La situación fue denunciada por los dueños de la Estancia San Javier, que colinda con el basural municipal, de donde salió la basura que arrastró la corriente el 31 de enero.
La creciente del 31 de enero pasado no trajo como única consecuencia la caída del puente que unía a Jesús María con el norte del país. Ese día, el agua fluyó con tal ferocidad, caudal y velocidad que arrancó una fracción del basural municipal.
Lo grave del caso es que en esa zona de ribera arrancada el municipio hizo en algún momento enterramiento de basura y, al desprenderse, se desenterró lo que estaba enterrado y la corriente hizo el resto: desperdigó basura en una extensión de unas 80 hectáreas, aproximadamente.
Lo notorio es que tal situación no haya tomado estado público hasta la semana pasada cuando los propietarios de la Estancia San Javier, vecina del basural municipal, hicieron público su enojo por los daños que la basura de Jesús María le hizo en uno de sus cultivos, sobre ambas márgenes del río.
Eduardo Márquez, uno de los dueños de la estancia, señaló que se perdieron de cosechar unas 240 toneladas de soja porque la basura y la arena que ingresaron al campo impiden el normal funcionamiento de la maquinaria para esa tarea.
Hace 15 años, personal de la entonces Dipas trazó los planos por donde pasaba el cauce del río y, actualmente, se están dibujando los planos actuales con el consorcio de conservación de cuenca del río Jesús María. La diferencia entre ambos dibujos sería abismal. La convicción de Eduardo Márquez es que la margen del río ha cambiado.
Desde el 31 de enero pasado, las márgenes del río Jesús María lucen horribles en inmediaciones del basural porque hay restos de vidrios, plásticos, latas, electrodomésticos, maderas, e infinidad de bolsitas de polietileno.
Municipio ejemplo de mala vecindad
La Estancia San Javier tiene unas mil hectáreas de dimensión en la que pueden encontrarse numerosos árboles centenarios y especies autóctonas, con algunos tramos de bosquecillos. La mayor parte se utiliza para sembrar cereales y oleaginosas y el resto se utiliza para algo de ganadería. La basura se comió unas 80 hectáreas afectando principalmente parte de la costa y varios lotes de soja.
“La máquina va a entrar y cuando se trabe con alguna goma o un palo va a ser imposible cosechar. Eso no se cosecha más y está muy bueno. El año pasado también hubo desborde pero no hubo tanta basura y la poca que hubo la pudimos sacar nosotros a mano”, explicó Marquez.
A 800 pesos la tonelada de soja, la pérdida de 240 toneladas representa una cifra significativa pero no es sólo es esta pérdida económica la que molesta a los propietarios sino los problemas que les genera ser vecinos del municipio que tiene a menos de 500 metros los piletones de cloacas, el basural municipal, y justo en la entrada de la estancia la perrera.
El municipio se comprometió a enviar una cuadrilla de seis o siete hombres a limpiar el desastre que dejó la basura pero la limpieza que encararon hasta el momento fue muy escasa: “A este ritmo, van a terminar de limpiar dentro de dos años”, indicó Márquez antes de añadir: “En Jesús María muchas flores y todo lo demás pero acá que no se ve, es un desastre. No sé si trabajarán mucho o poco pero no hemos tenido lo que se dice mucha ayuda”.
Según sus propietarios, la casa formaba parte de la Estancia Jesús María pero no pueden usarla porque los olores que les llegan desde los piletones de cloacas son insoportables, aunque no son las únicas molestias que les ocasiona ser vecinos del municipio.
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Basura del municipio contaminó el río Jesús María
Claudio Minoldo
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