El secreto del don de gente de Campanella
Por: Álvaro Monge (Docente y periodista)
Una semblanza del ganador del último Oscar, Juan José Campanella, por un docente que tuvo trato directo con él a raíz del programa de TV "Había una vez un club".
En soledad... como en aquel inolvidable domingo en que Burruchaga clavó el 3 a 2 frente a Alemania en la final del Mundial 86, grité de alegría como si fuera un gol, el nuevo Oscar para el cine nacional después de 24 años. No soy de quedarme hasta la madrugada del lunes viendo una entrega de premios que suele ser calificada como aburrida o con falta de ideas, pero esta vez era diferente.
Como muchos argentinos vi la película y me enamoré de la trama, de los personajes y de la monumental tarea de Juan José Campanella en la Dirección de esta película que si se repone en los cines por su consagración (es una fija) recomiendo ir a ver apasionadamente.
Como periodista, y especialmente como docente, he tenido grandes satisfacciones, pero en lo que a reconocimientos se refiere, atesoro aún más en este momento, el poder haber sido parte junto a mis alumnos del IPEM Nº 112 de Sebastián Elcano de un proyecto televisivo de este genial cineasta durante siete meses de trabajo.
Una experiencia que como amante del cine y de la buena televisión, no me voy a olvidar nunca, porque me permitió conocer de primera mano como trabaja una productora de cine y televisión como la del director del "Secreto de sus ojos".
En mayo de 2008, recibí un llamado del Ministerio de Educación de la Nación, donde me daban la enorme noticia de que nuestra escuela de Sebastián Elcano, una de Lago Puelo (Chubut) y una de Andresito (Misiones) habían sido elegidas para un programa educativo que se llamaría "Había una vez un club". No era la primera vez que a nivel Ministerial (nacional o provincial) se fijaban en la tarea que nuestra humilde escuela del norte cordobés realizaba desde su ciclo de especializacion, con mucha falta de recursos, en un contexto geográfico y social complicado y como siempre digo yo "con dos mangos" pero obteniendo, sin embargo, resultados alentadores en sus proyectos educativos.
Entonces, con muchas ilusiones finalmente viajé a Buenos Aires, no me olvido más, al otro día del multitudinario recital del Indio Solari en la doma (la banda sin el ricotero iba en el avión), a lo que sería la primera junta de "producción" para preparar el futuro programa de televisión.
La productora de 100 bares funciona en el barrio de Chacarita, y para mi sorpresa la gran mayoría de los empleados son gente muy joven y cordial. Allí, conocimos a representantes del Ministro de Educación de la Nación, a los profes de las otras escuelas participantes y, por supuesto, a Juan José Campanella en persona que presidió la reunión.
No es lo mismo conocer a alguien en un entorno casual, que tener la posibilidad como la que tuve durante varias horas de poder conversar con él e intercambiar opiniones sobre el proyecto por el cual habíamos sido convocados. En lo personal, no me voy a poner a analizar las cualidades profesionales de él porque sería un despropósito. Campanella es uno de los mejores realizadores cinematográficos de la Argentina y el premio Oscar le permite no sólo concretar un sueño personal sino dejarlo para siempre en la historia del cine argentino.
Sí, quiero destacar al ser humano, la impresión que me lleve en las ocho horas que estuvimos reunidos (desde las 9 de la mañana hasta las cinco y media de la tarde) es la de un profesional 100 por ciento enchufado con el proyecto que en ese momento empezábamos a delinear entre todos los presentes. "Digo entre nosotros" porque pacientemente preguntó y escuchó cada una de las realidades que se iban a presentar en el programa a través de las escuelas que participaban del proyecto.
Fue impresionante ver lo buena persona que es y fundamentalmente la humildad con que labura, re generoso, cero divo y muy comprometido con la educación. Se moría de risa cuando le contaba de nuestros cortos, de la movida en el pueblo cada vez que filmábamos los cortometrajes con mis alumnos.
Era imposible estar al lado de él y no entusiasmarse con cada una de las propuestas que tiraba sobre la mesa de trabajo. Para nosotros era algo nuevo lo del programa de televisión, pero él en todo momento nos hizo sentir cómodos, para que no nos sintiéramos abrumados por un proyecto tan grande, con tanta gente involucrada y que iba a salir ni más ni menos que por el canal de mayor rating de la República Argentina.
Soy un apasionado del cine, me sentía en las nubes. Para mí, era una experiencia única e irrepetible, más vale que no la iba a dejar pasar, la disfruté de principio a fin, no sólo el viaje, sino las cuatro semanas de rodaje en Sebastián Elcano que fueron como estar adentro del rodaje de una película con productores, sonidistas y camarógrafos que vinieron desde Buenos Aires de un lado para el otro. Semejante despliegue no pasó inadvertido para esta pequeña comunidad del norte de Córdoba que colaboró entusiasmada con cada una de las consignas que tenía el proyecto de formar un club en la comunidad. También era una forma de mostrar la mirada que tiene la juventud del interior "del interior", más cercana a la idiosincrasia de sus padres y abuelos que la del reviente y del no me importa nada que suele mostrar la juventud de las grandes ciudades.
[Para los que no pudieron ver el programa está disponible en DVD]
Fue una verdadera lástima que TELEFE, que emitió "Había una vez un club" meses después para todo el país y a quien los cinco programas del ciclo no le costaron un solo peso (ya que el programa era pagado por importantes sponsors como Coca Cola y Disco), lo acomodó en su grilla a la una de la mañana del lunes. Nunca me voy a olvidar cuando las autoridades de ese canal en el estreno en el Hoyts Cinema de Buenos Aires destacaron la importancia de tener un programa educativo de ese "nivel" y realizado por nada menos que Campanella en su grilla de programación. Me hizo acordar a los Les Luthiers cuando en su recordado espectáculo de 1976 "Muchas Gracias de nada" promocionaban en su segmento la tanda el programa "Cultura para todos"....en su habitual espacio de las tres de la mañana. Sin palabras.
No sé si esta nota podrá llegar a Campanella en persona, pero si así fuera me gustaría decirle que no cambie nunca, que mantenga siempre el humor y la humildad, que ojalá esta puerta que se le abre con este premio permita que muchos cines de todo el mundo vean no sólo su película, sino también la de muchos otros realizadores argentinos.
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