
El fútbol ha demostrado ser un excelente motivo para distraer la atención del público. Una reciente disputa entre dos futbolistas ratificó la intencionalidad distractiva que generan algunos medios de comunicación monopólicos y de alcance nacional.
Pensar que dos jugadores profesionales de futbol integrantes de un mismo equipo hayan protagonizado una pelea mediática, y que ese equipo sea uno de los cinco más populares del planeta y, mas aún, que el club sea argentino -sabiendo lo que representa este deporte en nuestro país- no dejan ninguna duda sobre que los medios de comunicación tenían todo servido para hacer de esta discusión un tema central en la opinión pública.
Si no sos hincha de un equipo o directamente no te agrada el futbol, no hace ni hizo falta preguntarle a tu viejo, a un hermano o al amigo más futbolero del colegio o del trabajo, quiénes son Juan Román Riquelme y Martín Palermo. Bastaba con hacer zapping, sintonizar una radio, leer un matutino o simplemente colgarse en un sitio de la Web, donde a cada minuto se exponía la imagen de un jugador festejando su gol número 219, y el compañero gritando sólo junto la platea el magistral pase que había otorgado para el goleador boquense.
Si bien la agenda de principios de abril mostraba una semana cargada con situaciones tensas en lo referido a cuestiones políticas y económicas a nivel nacional, donde la oposición se hacía fuerte para decir que se debata la distribución del impuesto al cheque, o donde la inflación parece llevarnos de nuevo a momentos críticos, ninguna de estas cuestiones pudo impedir que los medios de comunicación masiva mostrarán con qué facilidad y convicción actúan para manipulan ciertos temas y poner a la sociedad en una disputa “ Palermo-Riquelme o Riquelme –Palermo” para ver quién es mejor o peor persona por no abrazarse en el festejo de un gol.
Es cierto: ninguno de los dos protagonistas son novatos en este tipo de cuestiones extrafutbolísticas, y muy bien saben que jugar en Boca puede llevar a que todo se potencie mucho más de lo normal, pero también es cierto que los medios esperaban una reacción de esta índole para poder hacer su propio juego, el juego que más vende y más ganancias deja en las arcas de los grandes grupos monopólicos que manejan la información.
Así podemos ir descifrando que no es casualidad que justo este año sea el primer campeonato donde la televisión abierta trasmita todos los partidos en vivo y, en consecuencia, canales que tenían la exclusividad se hayan quedado sólo para realizar análisis pos-partidos y donde, más que analizar y explicar momentos netamente futbolísticos, se hayan convertido en “Intrusos del deporte”. No es casualidad ver que se buscan espías dentro de los planteles para poder acceder a una noticia que haga explotar el mediodía con “señores panelistas” que hacen creernos que el futbol se tiene que ver desde un solo punto de vista, y que ponen y sacan DT o jugadores como si fuesen figuritas para un álbum.
¿Hizo falta llevar esta puja hasta el nivel de la moral o ética?, ¿Hizo falta que Román aclarase que no festejó junto a su colega ese gol porque no quería hacerlo frente a los barras bravas? ¿Hizo falta salir a encuestar gente para saber de qué lado estaba en la disputa por uno o por otro? ¿Vale la pena hablar si Riquelme tiene el carácter y la personalidad que tiene culpa de su padre? ¿Si Palermo echó al ex DT Benítez, y ya no es tan buena persona como dice su entorno?... Los medios lograron su objetivo: lamentablemente nos engañaron otra vez, nos manejaron y nos pusieron como protagonistas de lujo frente a la pantalla y, sobre todo, demostraron lo bien que les va con el circo de la información.
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