Cinthia Pereyra es mamá de Josué, un niño con discapacidad de ocho años, y está viviendo desde hace dos meses en Jesús María. No tienen que contarle a ella lo que significa ser mamá de un niño con dificultades de traslado ni sobre las barreras que tiene que superar todos los días. Es un buen termómetro para hablar sobre lo que le falta a la ciudad en el camino de la inclusión.
“Más que una propuesta es una obligación de la Municipalidad y de la Provincia hacer que todo sea accesible, particularmente los ingresos a entidades públicas y privadas”, comenzó diciendo Cinthia.
Su evaluación sobre la realidad actual de la ciudad comenzó ponderando la zona céntrica donde se puede acceder con facilidad en las esquinas y que tienen un ancho de veredas que facilita la circulación con sillas de ruedas. “Aunque falta, uno puede movilizarse con cierta tranquilidad”, señaló.
Respecto de las plazas, Cinthia señaló que si no está acompañada por su marido no puede hacer subir a Josué a los juegos porque no hay juegos adaptados para una silla de ruedas o para niños con otras dificultades motrices. “Todos tienen necesidad de jugar y de la misma manera”, razonó.
La mujer también ponderó la actitud de los permisionarios del transporte público, especialmente existas y remiseros, predispuestos a colaborar en el ascenso y descenso de Josué al vehículo, aunque lamentó que no se pueda acceder con facilidad al transporte urbano.
“Por equis motivo, una persona puede verse afectada en su movilidad y tiene que usar una silla o muletas. Esa persona recién descubre la inaccesibilidad a algunos lugares cuando le sucede eso”, explicó la madre de Josué para señalar que la cuestión de la accesibilidad no se restringe solamente a personas con discapacidad. El plan lanzado por el municipio parece un buen comienzo para un cambio.
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Discapacidad: Un testimonio desde la experiencia
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