Al principio, van aislándolas de los seres queridos y después de eso, los violentos descargan contra ellas su furia maltratadora haciéndolas sentir que son menos que nada.
Ramona tiene 42 años y vive en barrio Pueblo Nuevo. La historia de violencia junto a su pareja comenzó, también, desde el noviazgo.
“Cuando nos fuimos a vivir solos demostró la persona que era: tomaba, salía los viernes y no volvía a casa hasta el domingo. Entonces, empezó a tratarme mal. Lo esperaba para comer y no venía, trabajaba y el dinero se lo guardaba para él solo. Después, quedé embarazada de mi hijo más grande que ahora tiene 14 años y de mi hija que tiene 11 años. Entonces me comenzó a golpear”, contó Ramona.
Antes de los golpes, el violento le hacía sentir el rigor por el lado de la economía, no le pasaba dinero, le decía que no era dueña de nada, que no merecía nada. En la época de los golpes, no había discusión previa ni nada. Llegaba a la casa y de la nada le encajaba una patada mientras la mujer estaba acostada, y la obligaba a ponerse de pie tirándole de los cabellos.
Llegó al extremo, en una oportunidad, de romperle la nariz. Lo peor llegó para la epoca de la fiesta de año nuevo de 2010. Ramona llegó de trabajar tarde y él comenzó a recriminarle: “Estaba borracho. De pronto se levantó, mientras yo estaba bañando a los chicos, y me comenzó a agredir, a insultarme, y a decirme ‘ahora, sí’ como diciendo ‘ahora, te mato’. Agarré a la más chiquita y la llame a la más grande y les dije ‘vamos’. Después, fui a lo de mi patrona a contarle lo que me había pasado y terminé haciendo la denuncia. La Policía me decía que no volviera a mi casa, pero yo quería sacar también a mi hijo más grande que se había quedado con él. Cuando volví a casa, no pude salir más. Cuando pasaron las fiestas, me llamaron del grupo y ahí empece a compartir lo que me pasaba”.
“Ya hace un año y medio que estoy sola con mis hijos. Trabajo y soy yo la que mantengo a mis chicos y mi casa. Por eso, les digo a todas esas mujeres que no se animan a pedir ayuda a que lo hagan, que hablen, porque sí se puede vivir sola y se puede trabajar y mantener a sus hijos sin ayuda de un hombre”, concluyó Ramona.
Otro testimonio fuerte ofreció Mariela, de 33 años y vecina de barrio La Represa, quien narró con detalles el maltrato psicológico que vivió por parte de su ex pareja: “Tengo consciencia del momento en que uno cae en la cuenta de que es víctima. Llega un momento que cae la ficha. Yo estuve varios años en terapia pensando que estaba deprimida, sin saber qué me pasaba hasta que me di cuenta que venía sufriendo violencia psicológica”.
“No iba a esperar -añadió- a que llegara a otro tipo de maltrato. Ya me ponía mal el maltrato verbal, me dañaba mucho. Caigo en la cuenta por un programa de Radio María donde trataban mucho el tema. La psicóloga también me lo decía, pero yo no caía en la cuenta. En ese programa, una mujer narraba la violencia que sufría y era lo mismo que me pasaba a mí”.
Los latiguillos preferidos del maltratador eran ‘nada hacés bien’, ‘no servís para nada’, ‘no hacés nada en la casa, no traes plata, no me planchás ni siquiera los pantalones’. Tampoco la hacía partícipe de los logros económicos y le decía que cuando trabajara ella iba a poder tener ahorros.
“Durante mucho tiempo me paralicé, no entendía esa situación. Quedás bloqueada mentalmente y no sabés a quien recurrir. Después, una viene acá y escucha a las otras chicas y parece que todas hubiésemos estado casadas con la misma persona”, concluyó.
Programa de Atención de Violencia Familiar
Grupos de ayuda mutua para mujeres // Admisiones. Lunes de 11 a 14 en Subsecretaría de Desarrollo Humano, Juan Bautista Alberdi 560, y jueves de 10.30 a 13 en dispensario de Sierras y Parques.
Panorama Deportivo
jesus maria
programa municipal
testimonios
violencia familiar
Violencia psicológica y económica, otras caras de la misma moneda
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario