Sandy, cambio climático y lo que el futuro nos depara

Conforme las atronadoras tormentas corren disparadas por la Costa Este de los Estados Unidos, y se sufre todavía una sequía sin precedentes en otras partes del país, parece indiscutible que el sistema capitalista haya puesto la trama entera de la vida en un rumbo de colisión contra una biosfera y un sistema climático estables. Uno de esos sistemas ha de ceder, y no hay indicaciones de que vaya a ser el capitalismo.

Si el estudio al que te aplicas tiende a debilitar tus afectos y destruir tu gusto por esos placeres sencillos en los que no es posible que se mezcle ninguna aleación, entonces ese estudio es ciertamente ilícito y no le conviene a la mente humana. Si se observase esta regla, si a ningún hombre se permitiera ejercicio alguno cualquiera que interfiriese en la tranquilidad de sus afectos domésticos, no habría sido esclavizada Grecia, César le habría ahorrado penurias a su país, América se habría descubierto más gradualmente, y los imperios de México y Perú no habrían sido destruidos.
Pocas dudas hay de que estas extrañas tormentas, formadas de manera anormal, son un anticipo de lo que el futuro nos depara en un sistema económico que interfiriendo “en la tranquilidad de los afectos domésticos, ha galvanizado las fuerzas de la naturaleza en una furia de dislocaciones en choque a medida que bombeamos más gases de los que atrapan el calor a nuestra atmósfera y más porquería industrial a nuestros pulmones.
Las aguas revueltas del cambio climático están comenzando a desgarrar el tejido de nuestra biosfera conforme el sistema climático de la Tierra da tumbos en pesadas y torpes sacudidas, desde la estabilidad relativamente latente y benévola de los últimos 10 mil años, hacia un nuevo estado climático más volátil y violento, menos hospitalario, antes desconocido para la civilización humana.
Aludir, por tanto, a la gran obra de horror gótico de Mary Shelley por medio del apelativo de “Frankenstorm” [Frankenstormenta] por la confluencia del huracán Sandy y un frente frío resulta, en formas diversas, algo apropiado. Especialmente en la medida en que Shelley misma ofrecía una crítica simbólica de la dinámica interna del capitalismo y la sociedad de clases en Frankenstein, captada en la cita de antes, cuando un Victor en conflicto hace recuento de su historia y de las fuerzas incontrolables que ha desencadenado como resultado de su compulsión por continuar con su proyecto, pese a las señales de aviso que proliferan en torno suyo.
La obsesión que se apoderó de Victor, su creciente enajenación del mundo que le hace abandonar amigos, familia, incluso sustento, tiene su eco a escala global en la insaciable sed de nuevos campos destinados a la explotación y el crecimiento. El hecho de que la incontrolable búsqueda de Victor le consumiera en sus llamas cuando su creación se volvió en contra suya no detendrá unas señales de aviso semejantes que impidan que el capitalismo se devore a si mismo…y se hunda con el resto del planeta junto a él.
Que el cambio climático inducido por los seres humanos es lo que explica parcialmente el huracán Sandy,“el mayor huracán en la historia del Atlántico medido con el diámetro de vientos huracanado (1040 millas)”, lo razona el Dr. Kevin E. Trenberth, distinguido científico emérito de la Sección de Análisis del Clima del Centro Nacional de Investigación Atmosférica [National Center for Atmospheric Research]:
Las temperaturas de la superficie marina a lo largo de la costa atlántica han ido discurriendo unos 3 grados centígrados por encima de lo normal en una región que se extiende 800 kilómetros costa afuera entre Florida y Canadá. El calentamiento global contribuye a esto en 0.60grados. Con cada grado centígrado, el agua que retiene la atmósfera sube en un 7% y la humedad da pábulo a la tormenta tropical, aumenta su intensidad, y magnifica las precipitaciones doblando esa cantidad comparada con las condiciones normales.
El cambio climático global ha contribuido a unas temperaturas más elevadas en la superficie marina y los océanos, y a una atmósfera más cálida y húmeda, y sus efectos están en un abanico del 5% al 10%. La variabilidad natural y el tiempo han proporcionado condiciones acaso óptimas para que un huracán que discurre en una situación extra tropical se convierta en una tormenta de enorme intensidad, acrecentada por el influjo del cambio climático.
Conforme el clima continúe calentándose, el efecto no hará más que aumentar, lo que llevará a sucesos meteorológicos más extremos, inundaciones y sequías, tal como se describía en dos artículos recientes de Nature.
Y calentarse se calentará. No porque no tengamos respuestas para impedir que esto suceda y derivemos nuestra energía de otras fuentes que no sean los combustibles fósiles, sino porque sencillamente es demasiado rentable para cambiarlo. Hay una compulsión inherente al capitalismo, la fuerza propulsora del beneficio que impulsa a un mayor crecimiento en un bucle de perpetua retroalimentación, por el que las colosales fuerzas de producción están poniendo a prueba los límites del planeta a la hora de absorber la paliza que aguanta su biosfera.
Nunca ha resultado tan pertinente el comentario de Karl Marx sobre la naturaleza del capitalismo en el Manifiesto Comunista: La moderna sociedad burguesa, con sus relaciones de producción, de intercambio y propiedad, una sociedad que ha hecho aparecer como por magia tan gigantescos medios de producción y de intercambio, es como el hechicero que ya no es capaz de controlar los poderes del mundo de las tinieblas a los que ha invocado con sus encantamientos.

Fuente: Chris Williams, Veterano activista medioambiental, autor de Ecology and Socialism: Solutions to Capitalist Ecological Crisis(Haymarket, 2010).
Claudio Minoldo

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