Réquiem por los árboles


Una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Desnudar el planeta de sus bosques y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano.

En Argentina hemos logrado la aprobación de la famosa y tan esperada Ley de Bosques, pero necesitamos que su aplicación sea efectiva y real, es decir que sea respetada.
El problema de la deforestación, no es nuevo. Desde los albores del siglo XX hasta la actualidad, el país perdió dos tercios de la superficie de selva y bosques nativos originales, según la Dirección de Bosques de la Nación. Sólo en los últimos años, la deforestación superó las 200 mil hectáreas anuales, siendo la región chaqueña la de mayor reducción de cobertura forestal, señalan las estadísticas oficiales.
Un dato ilustra mejor que nada la magnitud del problema: en los últimos cinco años, la tala arrasó con 1,3 millón de hectáreas en el país, según la Unidad de Monitoreo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques, a partir de la lectura de fotos satelitales que aporta la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.
La cifra indica que la tasa de deforestación de Argentina –que mide el porcentaje anual respecto de la superficie remanente– es seis veces más alta que el promedio mundial, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Este organismo considera a la deforestación como una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra.
En nuestros días, existe acuerdo en que, dado que la deforestación es el resultado de muchas acciones directas activadas por muchas causas fundamentales, la acción en un único frente difícilmente podrá resolver el problema. Son necesarios muchos esfuerzos para implantar una gestión forestal sostenible, equilibrando objetivos ambientales, sociales y económicos. Ciertos procedimientos y políticas nacionales son críticos. Dado que la deforestación puede generar tanto beneficios como costes, es importante estimar las ganancias y pérdidas en cada caso.
Algunas de las maneras de evitar la deforestación, serían:
1. Conservando los bosques y utilizándolos racionalmente, sin destruir las especies más valiosas y dejando que se regenere con sus propias semillas.
2. Para proveer leña y otros productos forestales, se debe sembrar árboles de rápido crecimiento, que se puedan aprovechar en pocos años.
3. Se puede plantar árboles entre los cultivos (Agrosilvicultura).
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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