Sin recursos, resulta difícil encarar planes y programas que den solución a los problemas que enfrenta nuestra sociedad hoy.
A las comunidades poco les importan los problemas de “jurisdicción” ya que, actualmente, hay una tendencia a solicitar a las autoridades locales mayor intervención en temas que eran impensables hace 15 años atrás. Aunque la seguridad no sea un tema de jurisdicción municipal, cada vez más vecinos van a pedirle al intendente que haga algo al respecto. La educación y la salud tampoco son resortes municipales, pero cada vez más los municipios tienen que instrumentar programas e iniciativas que tiendan a satisfacer las demandas de mejores servicios educativos y sanitarios.
No se señala nada de malo sobre este mayor involucramiento del Estado municipal en las cosas de su vecindario. Lo que es malo en realidad es que los que tienen competencia sobre estas cuestiones (Provincia y Nación) se desentienden del tema y ni siquiera envían los recursos que necesitan los municipios para implementar programas serios y sostenibles en el tiempo.
Municipios medianamente ordenados en sus finazas, y sobre todo con una tasa de recaudación de tributos propios superior al 60 por ciento, podrán hacer frente a algunas de las iniciativas. Pero qué pasa con aquellas comunidades donde los recursos son escasos. ¿Están condenados a no poder enfrentar problemas serios como la inseguridad, las adicciones, la deserción escolar, la violencia familiar, entre otros? ¿Será que esos municipios de menos oportunidades económicas y financieras tendrán que asistir pasivamente al incremento de la conflictividad social por no poder afrontar programas que contrarresten las consecuencias negativas que traen esos problemas?
Va siendo hora que los que tienen la sartén por el mango dejen de hacer política con la “caja” a la que contribuimos todos los argentinos. Va siendo hora de que desterremos la discrecionalidad en la asignación de los recursos que, también, son de todos los argentinos.
Necesita nuestro país que los que gobiernan dejen de pensar en las históricas antinomias partidarias e ideológicas. Necesitamos una serie de acuerdos básicos y una serie de consensos para poder salir de esta barranca en la que venimos cayendo desde hace no menos de 60 años. Nuestros hijos lo merecen. Nosotros lo merecemos. Están dadas las condiciones para empezar a cambiar.

Claudio Minoldo
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