
"Ciudades de bajo carbono", cada vez más numerosas en todo el mundo, asumirán medidas de apoyo a las energías renovables, las tecnologías ecológicas o el urbanismo sostenible, y reducirán la dependencia de unos combustibles fósiles.
Londres no es la única metrópoli del mundo que aspira a reducir sus emisiones de CO2. La carrera por transformarse en una ciudad de bajo carbono tiene a varios contendientes bien situados. Copenhague, que en diciembre acogerá la Cumbre Mundial sobre el Clima, sucesora de Kyoto, ha anunciado su objetivo de convertirse en la primera capital del planeta con "cero emisiones" de CO2 en 2025. El aumento de la energía eólica o la generalización de los coches eléctricos y de hidrógeno son algunas de sus bazas. Pero puede que en su propio país haya quien se adelante. La pequeña ciudad portuaria de Frederikshavn (25.000 habitantes) quiere ser en 2015 la primera urbe basada en energías renovables al 100%.
Suecia ha demostrado hace años su conciencia ecológica. Varias ciudades han asumido ambiciosos planes medioambientales, como Växjö. Esta localidad de 80.000 habitantes se ha propuesto, desde los años noventa, abandonar los combustibles fósiles para 2050. En la actualidad, gracias a la explotación de los bosques, el 57% de sus necesidades energéticas (84% de la calefacción y más de un tercio de la electricidad) proviene de fuentes renovables. La ciudad ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% en diez años.
En otros lugares del mundo no quieren quedarse a la zaga. La ciudad australiana de Adelaida aspira a lograr una "neutralidad de carbono" entre 2020 y 2025. La ciudad de Phoenix (Arizona) ha anunciado su intención de ser la primera villa estadounidense neutra de carbono. Sus responsables invertirán mil millones de dólares para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70% en tres o cuatro años.
La ciudad canadiense de Vancouver y el estado norteamericano de California han llegado a un acuerdo de colaboración para desarrollar "zonas de desarrollo económico de bajo carbono". Sus responsables incentivarán el uso de tecnologías ecológicas para reducir las emisiones de CO2 y aumentar el número de trabajadores del sector "verde".
Varias ciudades mexicanas son candidatas para un estudio piloto denominado "Hacia Ciudades Competitivas Bajas en Carbono", que pretende mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. La población barcelonesa de Sant Cugat del Vallès estudia la posibilidad de crear la primera comunidad residencial de España con un balance de cero emisiones de CO2.
La construcción de nuevas ciudades con criterios futuristas y medioambientales es otro intento a largo plazo. Los responsables de Dongtan, en China, o Masdar, en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) han asumido como prioridad la reducción de las emisiones de CO2.
Desafíos de las ciudades de bajo carbono
Algunos expertos reconocen las buenas intenciones de estas iniciativas, pero recuerdan que el concepto de "bajo carbono" es muy amplio. La neutralidad puede significar no eliminar todas las emisiones de CO2, sino compensarlas en un mercado de carbono. Por ello, recomiendan que los objetivos impuestos por estas ciudades se reflejen en inversiones y medidas ecológicas reales para los próximos años.
Según Daniel Lerch, autor del libro "Ciudades Post Carbono: Planeando la Incertidumbre sobre la Energía y el Clima", los retos del cambio climático y el fin de los combustibles fósiles sólo se podrán afrontar con medidas innovadoras, diferentes a las tomadas hasta ahora. Lerch recomienda transformar el sistema del transporte y el uso de la tierra, reducir el consumo de energía o emprender una estrategia de "relocalización" que devuelva el protagonismo a las comunidades locales.
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