Al igual que ocurrió cuando se trabajó para prevenir el Dengue o para paliar las consecuencias de la Gripe A H1N1, los municipios de esta región volvieron a ponerse de acuerdo, esta vez, para evitar que la baja en el caudal de las napas subterráneas de agua termine por impedirles la prestación del esencial servicio.
Con diferentes matices, los municipios acordaron declararse en emergencia hídrica y sancionar a quienes derrochen el agua en la precaria situación en la que se encuentra, prácticamente, el 70 por ciento de la Provincia. Sinsacate y Jesús María, por caso, tuvieron en algunas perforaciones mermas de hasta un 70 por ciento en la producción de agua. Si se profundiza el cuadro, existe la posibilidad de que haya que acudir a los cortes de suministro temporarios y sectorizados.
También para Caroya la situación es precaria porque una de las perforaciones de la que extrae agua la Cooperativa de Servicios Públicos proviene del Canal Huergo que toma su agua del río Guanusacate, por estos días apenas un hilito nada profundo.
En todos los casos: excesivo consumo, derroche, o malgasto del agua habrá penas económicas para quienes infrinjan las normativas aprobadas para la emergencia. Las multas tendrán una variación que irán entre los 150 y los 600 litros de nafta súper.
Como nunca, y para garantizar que el agua llegue a todos los sectores, el mejor remedio a al crisis será la toma de conciencia por parte de los vecinos.
El hecho de que alguien tenga dinero para pagar el exceso de consumo o la multa no significa ni le da derechos para ser desaprensivo con el resto de sus vecinos.
En estos tiempos, y mientras gran parte del planeta tiene dificultades para acceder al servicio, la solidaridad comunitaria se pone a prueba. Hace no menos de 30 años que diversas organizaciones vienen señalando que el desafío para el futuro era precisamente multiplicar el acceso al agua potable. Lo que nunca se pensó era que situaciones extremas como las actuales nos iban a poner en el desafío de pensar un mundo sin agua.
La emergencia hídrica puede ser una oportunidad para los habitantes de esta zona, tan habituados a que el recurso sea abundante, pero está visto que no es inagotable ni renovable, y que todos debemos contribuir.
Primero en Jesús María
La posta en declararse en emergencia la tomó Jesús María que les pidió a sus concejales una sesión especial para declarar la emergencia hídrica a través de la ordenanza 2930. Esta normativa prohíbe en todo el ejido municipal: el llenado o recambio de agua en piletas de natación, de cualquier tipo y volumen, con agua potable de red; El riego de jardines, huertas domiciliarias, parques y/o espacios verdes en general mediante cualquier tipo de siste
Las excepciones a esta norma son: la autorización para el lavado diario de veredas a los propietarios de comercio de elaboración, distribución y venta de alimentos y comidas, y a los centros de salud. Y la segunda excepción es para que los vecinos del centro puedan lavar sus veredas lunes y viernes.
El aspecto más relevante de esta “emergencia” es que se subieron las sanciones. Quienes infrinjan alguna de las prohibiciones y sean multados deberán pagar entre 500 y 2100 pesos, aproximadamente.
Caroya también
Los concejales de Colonia Caroya difirieron de sus pares de Jesús María y prefirieron concertar una norma, después de estudiar una propuesta del Ejecutivo y dos presentadas por ediles del oficialismo. La emergencia hídrica en Caroya irá hasta el 31 de diciembre, aunque podrá ser prorrogada si las circunstancias así lo requieren.
La principal disidencia de los ediles se relacionó con las actividades que fueron prohibidas en Jesús María. “Me preocupa y siento que tenemos que solidarizarnos con la región, pero también pienso que no todos tienen que pagar el pato”, señaló el concejal Víctor Ducló.
En Caroya, el municipio y la Cooperativa podrán programar cortes temporarios de suministro y por sectores, si así hiciese falta y en caso de que se profundice la crisis.
“Históricamente, el pueblo caroyense ha tenido ocupación y preocupación por el tema del agua. ¿Cómo puede ser que ahora estemos doblando el consumo que sugiere la Organización Mundial de la Salud”, acotó el edil Mario Rojas, antes de pasar al capítulo de las sanciones.
En Caroya, las multas serán de entre 150 y 600 litros de nafta pero el castigo surgirá de una concertación con la Cooperativa de Servicios Públicos respecto del mínimo de agua que precisa una residencia o un comercio o una industria.
Sinsacate apela a la solidaridad
Cuando Carlos Ciprián asumió la intendencia en Sinsacate, le tocó atravesar un verano crítico también y las dos cisternas de provisión habían bajado bastante su caudal. Eso los impulsó a continuar un proyecto que se había comenzado en 2006 para que el Enhosa financie nuevas obras de provisión y que hoy tiene un retraso en su ejecución.
En ese entonces, se decidió no utilizar más el agua potable para el riego de calles. Sobre el camino a Belén, había una planta que había pertenecido a Hidráulica que contaba con dos cisternas con capacidad para unos 25 mil litros. Fueron reacondicionadas y refuncionalizadas para la provisión de agua para riego.
Este año, se firmó un convenio con los propietarios de Jardines del Lago para hacer uso de una perforación que ellos tienen en el predio a cambio de que el municipio les lleve el agua potable. También se utiliza esa agua para riego.
El proyecto que está demorado en Enohsa le permitirá a Sinsacate concretar una nueva perforación y cisterna con lo que resolvería el problema de la provisión de agua potable. En abril se firmó el convenio marco, el 11 de agosto se licitó la obra, se preadjudicó la obra, se aprobó la licitación, y está el municipio a la espera de la firma del convenio específico, aunque los funcionarios del gobierno nacional señalaron que los fondos para dicha obra estarían disponibles a partir de febrero de 2010.
Mientras tanto, las napas de las que se sirve la localidad siguen bajando por la falta de lluvias.
Vale señalar que en Sinsacate confluyeron dos situaciones: por un lado, una sequía como hacía muchos años no se veía en la localidad y, por otra parte, un crecimiento demográfico importante y sostenido que iba a precisar de inversiones para garantizar la prestación del esencial servicio.
“Si sale la obra del Enohsa, se soluciona el problema actual. Hemos dado la prefactibilidad a emprendimientos comerciales sobre la ruta 9. Obviamente que tenemos que cumplir con eso porque son proyectos grandes e importantes. Sería una lástima que no podamos prestar el servicio”, consideró el intendente Carlos Ciprián.
Por el momento, el municipio no tuvo que suspender la prestación del servicio pero, actualmente, durante ocho horas diarias se cierra la cisterna más alta y a las viviendas que se sirven de esa conexión, le conectan la presión de la otra cisterna más baja.
“Hay una disminución notable de la presión –reconoció Ciprián- y es muy probable que el agua llegue a un grifo pero que no llegue a subir al tanque en muchos casos”.
El fin de semana pasado, con temperaturas por encima de los 35 grados, la situación fue muy crítica pero se pudo sortear dentro de las limitaciones actuales del servicio.
La cisterna más alta le permitía a la localidad obtener cerca de 35 mil litros y actualmente ronda entre los 10 y los 12 mil litros.
“Uno apela a la solidaridad. No tenemos un régimen de multas. Acá tenemos lo medidores e hicimos un escalonamiento tarifario en función del consumo, pero igual apelamos a la conciencia en el sentido de que está bien que el servicio se paga pero hay que solidarizarse con los que lo tienen restringido y consumir lo estrictamente necesario”, concluyó.
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