“Los adictos precisan padres y entornos contenedores”


El médico psiquiatra Gabriel Bender disertó en el IPEM 272 sobre la problemática de las adicciones ante unos 80 padres.

¿Cómo se trabaja con los padres sobre esta problemática?

- En todo lo que tiene que ver con adolescentes, consumo de sustancias, y psicopatología general del adolescente, es menester influir en el grupo familiar, en especial los padres. Un adolescente que crece en un hogar donde las figuras identificatorias son difusas u hostiles o donde no hay una comunicación fluida, donde él no pueda verbalizar los conflictos que tiene, va a estar más predispuesto a tragarse esa angustia y tratar de paliarla de alguna manera. Muchas veces, el consumo de sustancias se presenta como la vía más rápida, fácil, simple, y más intensa. Un paciente que no se siente bien y no tiene ganas de esperar mucho cuando se presenta algo que le da un placer rápido e intenso no duda mucho y agarra eso.

¿Qué pueden hacer los padres en esa circunstancia?

- Primero, un oído atento, una escucha, un buen diálogo, y que las figuras identificatorias de confianza no sea sólo aquel que le puede facilitar el consumo sino que en realidad sea la familia, un padre contenedor y un entorno contendedor, aparte del grupo de pares. Si el adolescente tiene una buena base va a estar mejor protegido ante el consumo de sustancias.

¿En general se interesan poco los padres por estas problemáticas?

- Muchas veces, el niño o el adolescente cuando es llevado a la consulta, el padre lo trae como diciendo “ésta es la válvula descompuesta, el que está mal, el loquito” cuando en realidad es un niño o un joven que está sufriendo y que no está encontrando la contención ideal. A veces, el padre piensa que no tiene tanto que ver conmigo sino con el nene y esto no es así porque en realidad involucra a todos.

¿Hay algunas alertas?

-No hay signos patognomónicos –que sí o sí es tal o cual cosa- sino cuestiones orientadoras que tienen que ver con aquellos cambios muy intensos como alteración notoria de los patrones de irritabilidad, intolerancia a la frustración, impulsividad. Cuando hay un quiebre en la línea de vida del joven y los padres ven que ya no es el mismo. Se altera el sueño, el apetito, y hasta pueden empezar a faltar algunas cosas de la casa. Incluso, a veces hay algunos signos físicos como ojos enrojecidos, olor en la ropa o en el aliento. Pero son factores orientadores.

Verbalizar los problemas fue un problema casi siempre, la diferencia es que ahora hay mayor acceso a las drogas y los vínculos parentales son más complejos.

- Accesibilidad a las sustancias hubo siempre, por ejemplo, el alcohol o el tabaco donde es nocivo pero quizás el deterioro no se hace tan drástico o tan intenso. Algunos fenómenos culturales de hoy favorecen su uso. La cocaína, el paco, o la fana tienen un poder de deterioro del sistema nervioso central mucho más rápido, más llamativo, porque diluye las membranas lipídicas. Eso por un lado pero también está la posibilidad de juntarse en el Cyber de la esquina con los muchachos donde hay uno más grande y más piola que sí me entiende y me acerca el porrito para estar de onda.

¿Cuál es la deuda pendiente del estado en cuanto al tratamiento de las adicciones?

- Toda la prevención posible. Generar espacios saludables como el club o los playones en los lugares con carencias porque hay casas donde hay menos sillas que integrantes. Ese nene no tiene donde estar sentado, no siente pertenencia, y se va a la calle donde está más cómodo, donde no está hacinado. La idea es que en esa calle, el estado le pueda facilitar otra cosa: un campito para jugar al fútbol, un profe de voley, entre otros.
También faltan instituciones que realicen tratamientos a niños y adolescentes apuntando al consumo de sustancias.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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