En Colonia Caroya, el Sindicato de los municipales redactó un duro manifiesto contra el aumento de dietas que se otorgaron los concejales. Hubo réplica.
La semana anterior, durante la sesión del Concejo Deliberante caroyense, se aprobó un incremento del ocho por ciento para los agentes municipales, más un adicional de 50 pesos desde septiembre a diciembre, y una cifra no remunerativa que dependiendo de la categoría varía entre 120 y 200 pesos mensuales.
En la misma sesión, los concejales consensuaron por unanimidad actualizar el monto de su propia remuneración hasta quedar en algo más de 2100 pesos mensuales. El dato: el incremento representaba un 32 por ciento más de lo que venían percibiendo.
Por tal motivo, el gremio de los municipales difundió una carta-manifiesto en la que se refirieron con duros términos a los concejales: “El principio de igualdad ante la ley, de equidad y de no discriminación se ha vulnerado de forma sistemática, constituyendo una falta grave a la moral y un hecho injusto en sí mismo, deslegitimando el accionar legislativo y generando desconfianza en los servidores del Estado”. Antes de eso, el STM había acusado a los concejales de desvergonzados, autoritarios, deficitarios en la ética, y carentes de sentido democrático, entre otros epítetos.
La réplica por parte de los concejales se generó durante la sesión de esta semana y fue unánime en el sentido de defender el incremento. Por caso, Mario Rojas señaló que los gremialistas desconocen que a los sueldos no los fija el Ejecutivo sino que es una atribución del Concejo. “Si han claudicado en su reclamo (pedían 22 por ciento y les dieron un ocho) no es culpa nuestra y si han ido a negociar con la autoridad equivocada, tampoco es nuestra culpa”. Y añadió: “Me parece bueno que empiecen a hablar de ética. ¿Es ético que un empleado cobre sueldo y esté ocho años sin trabajar? ¿y dónde estaba la ética cuando consintieron una violación al estatuto del empleado municipal cuando un agente cobro 30 mil pesos de honorarios y no dijeron nada?.
Gustavo Brandán coincidió con Rojas en que los gremialistas incurrieron en un error conceptual: “La dieta resultó del último incremento es el promedio de lo que gana un empleado municipal. No es ningún escándalo. Y no se puede hablar de convivencia democrática si empiezan un manifiesto con insultos”.
El presidente del cuerpo de ediles, Amílcar Ñáñez, fue un poco más allá y defendió su dedicación: “Lo nuestro no es marcar tarjeta. Yo soy concejal las 24 horas y tengo que receptar reclamos de los vecinos todo el tiempo. Sin contar que no tengo vacaciones, uso mi auto, y no recibo ningún tipo de viático”.
La concejala Elena Marchetti se refirió al manifiesto lisa y llanamente como un insulto al que no había que responder. “Ellos saben que no es lo mismo siete sueldos que 170. El gasto es totalmente diferente”.
Mientras Rojas miraba el original del escrito que el STM dejó en la Secretaría del Concejo, deslizó una ironía mientras simulaba que no leía con claridad el remitente: “¿Qué dice acá? ¿Sindicato o Secretaría de Gobierno?”, en una abierta alusión a que la polémica responde más a una interna partidaria que al fastidio de los trabajadores.
a
ResponderEliminar