
Oscar de Isasi, secretario Gremial de ATE a nivel nacional estuvo en Jesús María para explicar los alcances de la Constituyente Social.
En la sede del Sindicato de Luz y Fuerza de Jesús María, se llevó a cabo una reunión, la semana pasada, para dar a conocer la propuesta de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que lleva por nombre la Constituyente Social. Oscar de Isasi, referente nacional de ATE, se prestó para la entrevista.
¿Qué es la constituyente social?
- Es una iniciativa que tomamos hace un año y medio para recorrer el país y juntarnos con las organizaciones sociales, políticas, sindicales, religiosas, y con todos aquellos que quieran empezar a debatir cuáles son los problemas centrales de nuestro país y empezar a caminar juntos para construir la fuerza necesaria para cambiar las condiciones de vida que tenemos como pueblo.
Por eso, más de 10 mil trabajadores -subocupados, precarios, estables, estatales, privados- en Jujuy definimos con claridad que vamos a juntar a todos aquellos que planteen que hay que modificar las condiciones de vida en Argentina.
No es que se lucha a partir de la constituyente social porque en Argentina se lucha pero se lo hace de manera fragmentada y dispersa (todos lo hacemos de esa manera). Entendemos que es tiempo de juntarnos y que no estamos como estamos por ausencia de propuestas sino porque todavía no tenemos la fuerza necesaria para terminar con un modelo económico que concentra la riqueza en pocas manos.
¿Cómo llevan adelante la propuesta?
- En distintos lugares del país debatimos cuáles son las acciones y las propuestas que corresponden para avanzar en mejorar la calidad de vida. En dos planos: a nivel nacional, estamos impulsando la disputa por una justa distribución de la riqueza. Para nosotros está claro que Argentina no es un país pobre, no es Marruecos donde se termina el turismo y se tienen que poner a comer arena. Argentina es un país inmensamente rico, empobrecido por la concentración en pocas manos de la riqueza.
Dentro de ese marco, planteamos el aumento salarial para todos los trabajadores de la Argentina, un seguro de empleo y formación para todos los jefes y jefas de hogar desocupados que los ponga por encima de la línea de pobreza, la asignación universal a la vejez para aquellos que no tienen acceso a la jubilación, la asignación universal a la niñez porque entendemos que tiene que haber un aseguramiento para aquellos chicos cuyos padres hoy están fuera del sistema laboral, y la concreción de políticas sociales que apunten a la educación, la salud, y la vivienda.
¿Cómo se vive, entonces, la cuestión del bicentenario?
El bicentenario para nosotros no debe ser un bicentenario formal que viene anunciando el gobierno, un bicentenario con escarapelas vacías. Tiene que se un bicentenario con escarapelas llenas de comida para los chicos, de educación, de futuro, de vivienda, de trabajo. Estamos planteando un bicentenario sin hambre.
La pelea por la vida, la pelea por el futuro de nuestros hijos, y la pelea porque los últimos días de nuestros viejos sean con felicidad no está marcada votando cada dos o cuatro años a diputados, concejales, o presidentes. Por supuesto que convocamos a esos espacios de participación y de decisión porque apostamos profundamente a la democracia pero entendemos que ése es el problema de la representación. Ahora, la lucha se da de manera cotidiana, se da organizándonos día a día.
Un poco haciendo cumplir los derechos que tienen todos los ciudadanos argentinos.
Cuando nos juntamos en un bar, o en una asamblea como ésta, la sociedad empieza a hacer un sinnúmero de propuestas porque es la que viene siendo perjudicada –venimos siendo perjudicados- Pero a pesar de que hay propuestas claras tenemos dificultades para implementarlo. Porque el poder que está detrás de este modelo económico todavía tiene más fuerza que nosotros. La constituyente social es el desafío de construir la fuerza necesaria para un destino de felicidad para nosotros y para nuestros hijos.
La pelea entre el campo y el gobierno es un claro ejemplo de lucha por la redistribución de riquezas.
Para nosotros hay un tema que es claro: estamos a favor de las retenciones a las exportaciones siempre y cuando ese dinero vaya a los sectores más empobrecidos a través de políticas sociales, de crédito blando para el pequeño y mediano productor y para el pequeño y mediano comerciante. Pero que, además, estos últimos se comprometan a generar nuevas fuentes de trabajo. Nuestro país no tiene un destino de miseria y de pobreza porque Dios no nos puso en una geografía donde no hay nada.
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