Editorial: La tortilla dada vuelta

Argentina decidió no aplicar la histórica receta de ajuste que proponían los organismos supranacionales y logró salir de una crisis sin precedente.

Que una importante autoridad del Banco Mundial señale y aplauda a Latinoamérica en su conjunto por su desempeño a nivel global es alentador.
Era impensable hace diez años aventurar que la economía estadounidense iba a colapsar como lo hizo durante 2008, o que la Eurozona se iba a topar con crisis como las de Grecia en 2011 y la de España. Hace menos en el tiempo, tampoco se podía pensar que las economías orientales como la de China y Japón también se iban a desacelerar como lo hicieron desde el segundo semestre de 2011.
Más curioso aun resulta que prestigiosos premios de economía mencionen el “caso argentino” como una receta diferente a la del ajuste.
Durante los ‘90, la opinión del FMI era más importante que la de los propios ministros de Economía en Argentina. Por ventura ¿alguien sabe como se llama el actual ministro de Economía?.
El modelo con el que Argentina salió de la crisis es imperfecto, qué duda cabe, pero es un modelo que nos sacó de una de las peores crisis que atravesó nuestro país, la de 2001/2002.
Los problemas de Argentina pueden resumirse en una clase política bastante corrupta, obra pública con calidad de emergencia y precio estratosférico, y discutible asignación del gasto público.
Y también en un desalentador proceso inflacionario que no permite el ahorro de los sectores medios. De hecho, las actualizaciones salariales no marchan en forma paralela al crecimiento de la inflación.
Lo más grave de la inflación, más allá de los recuerdos hiperinflacionarios de fines de los ‘80, tiene que ver con el falseamiento de los datos oficiales. Necesitamos saber a ciencia cierta qué inflación tenemos. No podemos aventurar cifras al voleo ni en función de sensaciones inflacionarias.
Hacía mucho tiempo que en nuestro país una fuerza política no acumulaba semejante poder y, por eso mismo, hacía mucho tiempo que una fuerza política no tenía las posibilidades de instrumentar los cambios que hacen falta para pegar el salto definitivo que nos ayude a construir otro crecimiento.
Sin la aparición a la vista de un nuevo lídere o de una oposición que tenga chances de ser opción en 2015, lo más cercano es pedirles a quienes tienen la responsabilidad de conducirnos que no se queden a medias
Hoy, la tortilla parece dada vuelta. Al sur le está yendo mejor que al norte donde lo que se conoce como Primer Mundo a traviesa serios problemas económicos y en el sector.
En ese norte, nuestro modesto sur tendrá grandes posibilidades de seguir colocando productos y servicios que, a su vez, sirvan para realimentar la economía interna.
A la bonanza de afuera hay que ayudarla con medidas de adentro. Estamos en condiciones de hacerlo. Ojalá que nuestra dirigencia sepa interpretar la ocasión que se presenta.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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