Sino un préstamo de nuestros Hijos.
Proverbio Hindu
Por: Oscar Beas (Grupo Ecológico Jesús María - GRUEJMA)
Son muchas, y a veces catastróficas, las advertencias que la Naturaleza nos ha venido señalando como reacción, ante la prepotencia humana por depredar recursos naturales que necesitaron miles de años para formarse.
Tal es el caso de los recursos minerales o el suelo para la agricultura. Aunque la memoria no sea una cualidad que nos distinga, no debemos olvidar las inundaciones de la ciudad de Santa Fe, las crecidas de los ríos de San Marcos Sierras, o recientemente el puente que llevó la correntada, aquí en Jesús María y que por fortuna no provocó daños mayores.
Y. . . seguimos depredando, las limpiezas de los bosques nativos para agricultura facilitan los riesgos de crecidas de los ríos y acentúan, aún más, la agobiante crisis hídrica que sufren los pobladores de las sierras chicas. Algunos creen que por pagar un impuesto al uso de la energía en las boletas mensuales de luz, con destino a la lucha contra el fuego, ya cumplen... Creemos que no es así y, si queremos enfrentar estos problemas, debemos internalizar en nuestros jóvenes y en la comunidad entera la enorme peligrosidad de los fuegos, de cualquier tipo, en el campo, ya que se ha comprobado que el 99 por ciento de los incendios son causados por el hombre y su irresponsable accionar.
Pero no sólo la lucha contra el fuego es el tema que nos ocupa, no menos importancia tienen las innovaciones tecnológicas presentadas como “la” solución al pregonado déficit alimentario, por la gran demanda mundial de proteínas.
La producción de bienes no debe guiarse, exclusivamente, por el desmedido afán de lucro de las grandes corporaciones, que sólo quieren hacer negocios, sin importarles demasiado los costos ambientales. Así es como manipulan semillas de cereales, para implantar modificaciones en los genes, que aceleran un desproporcionado crecimiento y, en consecuencia, mayor rentabilidad. Ejemplos locales y de ciudades de la pampa húmeda, de súbito enriquecimiento, de los llamados popularmente “sojeros”, nos eximen de más comentarios.
De más está decir que es un despropósito cuestionar el progreso económico de la gente de campo que trabaja, de aquellos que honestamente generan productividad, lo que sí queremos señalar es que deben protegerse nuestros suelos y nuestros bosques, aún los de incipiente recuperación, también llamados “fachinales”. Son aquellos sectores del bosque autóctono, del norte cordobés, que protegían las recomendaciones de la Comisión asesora integrada por profesionales, Universidad y organizaciones sociales, y que la Legislatura Provincial, a último momento y con un dictamen propuesto por el Legislador Falo, tiró a un canasto, aprobando una ley provincial que desconoce la importancia de los fachinales para la recuperación de la biodiversidad biológica propia del bosque nativo, único defensor del suelo, del clima y del agua.
Ésa es la cuestión: debe consensuarse la explotación agropecuaria con las corporaciones, que como estructura social se ocupan exclusivamente de los negocios privados, privilegian-do el lucro sobre el cuidado del medio ambiente. La actividad agropecuaria debe ser estrictamente controlada por el Estado, mediante un cuerpo de inspectores que protejan a ultranza, los recursos naturales para que puedan también ser utilizados por las generaciones venideras. Se trata de equidad intergeneracional, que evite el usufructo exclusivo de los actuales propietarios de campos y estancias, en desmedro de sus nietos y bisnietos. Éste es un principio ético de responsabilidad social incorporado a nuestra Constitución Nacional.
Felizmente, observamos algunas reacciones positivas, el otro día aquí en nuestra ciudad se entregaron más de 500 plantines a vecinos que lo solicitaban; en el Chaco, a la par que se prohibía la fumigación a más de 1000 m de centros urbanos, se aprobaba la creación de una reserva, La Primavera, en el llamado Impenetrable que preservará como Parque Nacional 20000 hectáreas de bosque nativo con su avifauna casi intacta, donde mariposas y abejas, especies casi desconocidas en lugares de agricultura intensiva, ronronean danzas de color y vitalidad naturales, de una belleza indescriptible.
La prohibición del Endosulfan, ese veneno sumamente tóxico, utilizado masivamente por agricultores de aquí cerca no más, aporta también un poco de racionalidad, junto a adelantos de nanotecnología y recategorización de agroquímicos, que muchas organizaciones públicas y sociales solicitan con vehemencia; nos hace sentir mejor, pero sin bajar los brazos en la defensa del medio ambiente, para que los cultores del consumismo y de “el goce inmediato”, reflexionen y cuiden nuestro bello planeta azul.
También esperamos que la primavera, que está por llegar, sea prodiga en embellecer nuestros días con su frescura y recreación de la vida, rogando además, que las cenizas abundantes de los últimos incendios y la cruel desaparición de nuestros bosques, no influyan negativamente en el clima, dejándonos sin las esperadas lluvias que alimentan ríos y arroyos serranos.
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