Otra jornada para pensar cómo Jesús María avanzará en su accesibilidad
El Complejo para la Discapacidad de Jesús María organizó una jornada de reflexión bajo el lema “Qué lugar para la discapacidad” como parte de los actos por los 137 años de fundación de la ciudad.
Cuando el municipio de Jesús María lanzó el programa “Jesús María, una ciudad para todos” puso de manifiesto la intención de promover una ciudad accesible para todos sus vecinos, tengan o no alguna discapacidad.
En tal sentido, se diseñaron una serie de propuestas desde cada una de las áreas de la administración para avanzar en la construcción de esa ciudad ideal donde sus ciudadanos tengan los mismos derechos, empezando por el derecho a poder acceder a oficinas públicas y privadas, comercios, y lugares de esparcimiento, sin obstáculos, sin barreras, sin trabas.
Una visión negativa de las cosas tendría que afirmar que poco se avanzó y que algunas áreas del gobierno todavía no ensayaron ni una de las propuestas que formularon oportunamente.
Semanario Primer Día acostumbra ver el vaso medio lleno donde otros lo ven medio vacío y ésa es la razón por la que acompaña las acciones que sí se llevaron adelante y las que contribuyen a que se discuta el tipo de ciudad que “tenemos” que construir.
En tal sentido, qué buena fue la iniciativa del Lic. Ariel Mansilla, responsable del Complejo para la Discapacidad, de convocar a su colega Eduardo Bernasconi para debatir sobre cómo acontece la transformación de un sujeto a partir de un déficit corporal o psicológico.
Qué bueno también que hayan acudido a la jornada un puñado de profesionales, un puñado de comunicadores, un puñado de funcionarios, y un puñado de personas con discapacidad para poner de manifiesto el “molde” sobre el cual se construyó la idea social sobre normalidad-anormalidad.
Y qué bueno que esto haya ocurrido en una población relativamente pequeña como es Jesús María y que lo hayan propuesto algunos funcionarios, sin saber quizás la responsabilidad que genera despertar un debate sobre ciudades accesibles.
Si algo dejó esta jornada fue la convicción de que la construcción de otro tipo de individualidad no debiera hacerse a partir de ningún molde y que esa construcción implicará una “subversión” en términos filosóficos que le permita a los hombres no sólo declamar sino vivir la libertad en mejores términos, sin ataduras de ninguna naturaleza.
En tal sentido, hay que aplaudir el coraje de aquellos funcionarios que no temen ensayar alternativas, aunque generen cuestionamientos sus propuestas dentro de un equipo de gobierno.
En definitiva, una administración es un actor más en un proceso que debe involucrar a todos los sectores si se pretende avanzar en la construcción de una ciudad distinta, que discrimine menos.
“Ponerse en el lugar del otro es una forma de eliminarlo”
Eduardo José Bernasconi, psicoanalista de la escuela internacional “École Lacanienne de Psychanalyse”, vino a Jesús María para debatir acerca de otro pensar en la pro-ducción del sujeto con el que establecemos relaciones de poder y saber.
Bernasconi junto a otros psicoanalistas piensan el Psicoanálisis bajo la forma de un ejercicio espiritual, que suena muy raro a prima facie, pero que es un intento de apertura a nuevos modos de la subjetividad intentando pensarla como el producto de las demandas que uno recibe desde que nace.
¿Por qué habría que pensar en un tipo de subjetividad nuevo? ¿Es que la que se pensó hasta ahora dejó afuera a muchos actores?
- No sé si los deja afuera del sistema, aunque hay objetos que son llamados abyectos. A veces en la cuestión social, ciertos actores cuando están por debajo de la línea de pobreza quedan excluídos completamente, pero no quiero meterme en lo sociológico, aunque sí pensar que esas formas de subjetividad que hasta ahora hemos tenido no culminan sólo con la producción de un sujeto. Provocan un sujeto en relación a otro sujeto y establece una red de relaciones que implica que esos sujetos se vinculan entre sí de una manera “X”, ya casi predeterminada porque se establecen normas. No diría que quedan por fuera, pero son normas que oprimen y dejan por fuera un montón de datos de la vida y de manifestaciones que no pueden ser procesados.
¿Cómo sería eso?
- Freud se da cuenta que en los sueños, en los síntomas, en lo que llamamos enfermedades o sufrimiento psíquico, lo que hay detrás no son enfermedades sino respuestas a cierto tipo de demanda que hacen que uno esté más en el deber ser y mucho menos en el quiero ser. Como si hubiera un distingo entre lo que se espera de mi -a lo cual tengo que responder con mi vida entera- y lo que yo quiero hacer que generalmente aparece como en conflicto. Son pocas las personas que logran juntar el quiero hacer al debo hacer. Cuando el quiero hacer es lo que se espera de mí ya no lo vivo como obligación. El problema está cuando yo respondo al otro como deber ser efectúa en mí una sensación de vivir obligado: a agradar, a triunfar, a ganar plata. La respuesta apunta a esto a establecer modos de relación con los otros y con uno mismo de un modo que no apriete tanto y que el ser de uno cobre el valor que tiene. ¿Cuántas veces nos preguntamos en el día qué queremos? ¿Cuántas veces tenemos que ir a preguntarle al otro qué es lo que me conviene estudiar?
¿Lo que estás proponiendo es cambiar el “molde” pensando en términos de ser el deseo de otro y ese deseo me condiciona severamente?
- No me gusta cambiar el “molde”, honestamente, porque implicaría poner otro molde. Me parece que la verdadera subversión es que no hubiera molde porque si no hubiera molde las cosas andarían bárbaro. Cuando uno plantea una revolución, el problema es que una cosa sustituye a otra, pero el centro sigue estando.
El tema es entender que en la vida humana no hay centro, que nadie es medida de nadie, y establecer lazos que distingan a las personas entre sí pero que no las jerarquicen al modo de alto-bajo-gordo-blanco-negro, y ni que hablar de la cuestión sexual donde hace eclosión muchísimo: la norma hetero-homo. Es intentar establecer relaciones entre las personas que no estén jerarquizadas. Sé que suena utópico pero no porque sea utópico hay que intentar de dejar hacerlo.
En el tema de la accesibilidad ha habido pequeños avances aunque da la impresión de que falta profundizar ese camino.
- La dificultad en encontrar las palabras no es porque uno no las tiene sino porque el lugar no está construído. Si yo me pongo en el lugar del otro, acallo al otro. Ponerse en el lugar del otro es una buena forma de eliminar al otro y constituyen una aporía (en griego, algo que no tiene salida). Para no quedar atrapado en eso, lo que se propone es una subversión en sentido filosófico: descentrar el molde e intentar no producir uno nuevo y, simplemente, dejar que la naturaleza haga sus modelos. Me parece que ciertas sociedades tradicionales, de las llamadas primitivas, son inmensamente más civilizadas que nosotros.
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