
Por: Félix Manuel Aranda (Ciudadano de Colonia Caroya)
Quisiera publicar algunas reflexiones que, como ciudadano, deseo conozcan en relación a los discursos (algunos) de los que escuché con motivo de la inauguración de la 63ª Exposición Rural de Jesús María. Por lo que más abajo expondré (para que se entienda “mi explique” según José Larralde), debo comenzar diciendo que llegué a esta zona hace 46 años. Soy hijo de Manuel Aranda Serantes (Nieto, mi padre, de vasco casado con una indígena que ahora llaman originario) y de Raquel Amicone Catolino, nacida en Ancona (Italia) en 1904 y llegada a esta Argentina con otros tres hermanos. Aquí, nacieron otros nueve hermanos en un campito de 135 hectáreas que le vendieron a mi abuelo Félix Amicone en Provincia de Buenos Aires en 1906, aproximadamente.
Mi abuelo Olegario Aranda se dedicó al campo y la compraventa de hacienda, realizando el último arreo de vacunos en pie entre su pueblo y Liniers, a lo largo de 323 kilómetros durante 12 días y con 1200 novillos.
Soy médico por vocación y mi pasatiempo favorito lo dediqué a un pedazo de tierra, muy humilde ésta, en una zona marginal, que era todo monte en 1980, con pocos o nulos conocimientos sobre el tema.
Así que, como decía, escuché al señor presidente de la Rural de Jesús María, doctor don Marcos Mc Hardy, y sus palabras espontáneas, no leídas, que tradujeron la voz y el pensamiento de un hombre que habló de cosas que conocía, con ejemplos muy claros sobre la política a seguir en su materia, quizás sin la dialéctica de los políticos entrenados como oradores, pero con la pasión y la emoción del que dice la verdad y solicita ser escuchado, clamando Justicia. Medido. Sin ofensas. Hombre de campo, al fin.
Luego, y una vez más, tomó el micrófono el señor (Néstor) Roulet. Según sus manifestaciones repetidas, “Se necesita unión para que, algún día, Argentina sea grande”, e inmediatamente la divide en una Argentina interior, una Argentina profunda, y otra Argentina de gringos. Una Argentina, según sus palabras, hecha a “semejanza de un tanque australiano donde los gringos le echan permanentemente agua” y otros que, según colijo por sus dichos, serían los políticos y los originarios (¿?), roban esa agua haciendo grandes huecos en su base.
Como tengo muchos años (72) y leo mucho y escucho bastante “en” y “de” este país en el que es moneda corriente eso de que “no creo pero me dijeron que…” quiero decirle al señor Roulet que casi todos los apellidos de los que gobernaron y gobiernan esta Patria son apellidos gringos (como los de mi padre, mi madre, o de Roulet): Uriburu-Farrell-Frondizi-Isabel Martínez-Roca-Irigoyen-De la Rúa-Alfonsín-Luder-Menem-Duhalde-Alvear-Avellaneda-Massera-Agosti, etc, etc y, por supuesto, los doctores Kirchner.
Señor Roulet, como habrá notado por mis años, hace muchos lustros que escucho: “vamos a hacer”, “vamos a comenzar”, “tenemos proyectado”, “nos vamos a ocupar”. Y usted manifestó que trajo para poner a consideración de quien corresponda y estudiar (¿?) un plan agro-alimentario, un plan de forestación, etc. A propósito, ¿Dónde estaba usted todos estos años mientras deforestábamos el Norte Argentino? ¿Y el plan de desmonte silvo-pastoril?. En marcha, serviría para producir más terneros, o cabras, o leña y carbón, para mantener a los lugareños en su tierra, sin destruir la naturaleza, con puentes y tierra en su lugar. Luche por el campo y la Ley (su Constitución) cumpliéndola junto con sus empleados, pertenezcan o no a UATRE, a quienes les reconoció: “Si tengo algo es gracias a ellos”, que también le ayudaron a llenar su tanque australiano.
Dijo también: “Argentina todos unidos, sin odios, sin separación”. Me parece que debe aprender a recordar lo que va desgranando en sus discursos. Hoy, los muchachos y hombres de campo, gringos o no, sólo Argentinos, escuchamos, entendemos, discernimos, opinamos con valor y criterio, trabajamos, tenemos instrucción, no queremos dádivas “para” ni “de” nadie, no toleramos los subsidios y las retenciones para ningún sector del trabajo y la producción, hemos donado terrenos para levantar escuelas y que pasen caminos y, fundamentalmente, preferimos los discursos como los del señor doctor don Marcos Mc Hardy.
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