A un año de su muerte, autoridades municipales, familiares y amigos del Dr. Pedro J. Frías, realizaron un público reconocimiento a dicha figura por su valiosísimo aporte al desarrollo institucional y cultural que éste brindó a toda la comunidad del norte cordobés.
Por: Lic. Matilde Tagle (Historiadora).
El jurista, constitucionalista, diplomático o simplemente el universitario de Córdoba, como se autonombraba, cautivó a todos hace unos años, cuando habló sobre “El país hecho a caballo” al inaugurar el Salón de Actos de la Sociedad Rural de Jesús María, uniendo su vocación federal al desarrollo de la cultura regional.
Nada del Norte le era ajeno, en primer lugar las personas y las familias que vivían cercanas a la Estancia Frías, también las instituciones que tenían asiento en la zona. Cooperativas, comunas, intendencias y asociaciones civiles, recibieron siempre su aporte generoso y su sabiduría sin par.
Quizás, su pertenencia al Norte nació de muy pequeño en Pozo de Correa, en aquel casco centenario que es testigo del esfuerzo y la perseverancia de otros tiempos. Don Carlos Frías, su abuelo, lo construyó cuando administraba los campos de su madre; tierras con antigua historia por su pertenencia a la Estancia de Santa Catalina. ¿Cómo dotar a aquellas tierras del agua tan necesaria para los cultivos? En 1883 obtuvo una concesión y construyó una de las acequias más audaces de la provincia transformándose en un verdadero empresario rural y político.
No fue ajena la política a los Frías, Don Carlos fue además un líder con fuerte presencia en el Norte al ser uno de los fundadores del Partido Autonomista Nacional. El Dr. Pedro J. Frías, su nieto, fue un destacado jurista y constitucionalista, un universitario de Córdoba como él se nombraba. Fue profesor, consejero y vicedecano de la Universidad Nacional de Córdoba. Fundador del Instituto de Federalismo, presidente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba donde organizó premios, concursos, invitando a los jóvenes a crecer y a superarse.
Participó de la vida diplomática como embajador en Bélgica y la Santa Sede, fue consultor de la Mediación Papal entre los años 1979 y 1980 por lo que se evitó la guerra con Chile. Este hombre de talento escribió más de veinte libros y numerosos artículos sobres temas institucionales, políticos y jurídicos. También fue miembro de los consejos de redacción de las revistas y diarios más importantes a nivel nacional y provincial.
Pedro Frías no sólo vivió en los ámbitos universitarios y académicos, la Municipalidad de Sinsacate lo recuerda, pues era un hombre del Norte que imaginó sus instituciones y contribuyó a animar sus museos pensando en lo importancia de difundir la historia regional. Sabía que la memoria de la instituciones permanece viva en la medida que las generaciones posteriores aprecien la trayectoria de quienes los han precedido.
Pienso en las palabras del Director de Museo Jesuítico de Jesús María, Nelso Lenarduzi, quien restauró la antigua berlina donada por Frías a la Posta de Sinsacate. Y la posta cobró nueva vida. Según Frías, un museo vivo tiene su génesis a partir de tres verbos: conservar, restaurar y animar. Al conservar el museo se puebla con testimonios del pasado. La restauración le devuelve su ser mismo. Animar es recrear hechos significativos de nuestra historia, transformar lo que parecía inerte dándole nueva vida.
En los museos del norte pueden apreciarse las colecciones de Pedro J. Frías integradas por piedras, documentos y libros, fieles testigos del pasado. A la Casa de Caroya donó la Biblioteca Duarte Quirós, a Santa Catalina libros de espiritualidad de los jesuitas. Al Museo Octavio Pinto, dibujos del pintor de Totoral. Las colecciones dispersas de Don Pedro J. Frías están en buenas manos.
Don Pedro ejerció la docencia como un estilo de vida. El Frías historiador, recordaba a los hombres del presente que existen otras maneras de hacer las cosas, que la cultura es posible aún en tiempos de crisis.
Sorprende la maestría con que ha logrado recrear momentos significativos de nuestra historia aunque no sea precisamente un historiador.
Entendía que servir a Dios consistía en promover la dignidad de todos, especialmente, la de los más pobres. Dignidad que significa comprensión, diálogo sincero, dignidad que favorece la promoción humana a través del estudio y del trabajo.
Por eso Pedro dedicó parte de su vida a esta tierra y se ocupó como pocos del norte provincial, sirviendo a hombres, mujeres e instituciones, siempre con la intención de promover un verdadero humanismo que anime al hombre a buscar su destino y el de la comunidad en que estuviere insertado. Todos tenemos una deuda de gratitud con Pedro Frías.
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Sinsacate recordó a Pedro J. Frías, un hombre del norte provincial
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