No es la primera vez que el refugio canino que tiene José “Pepe” Canale en Colonia Caroya sufre un atentado. Aunque existen sospechosos, no se pudo saber a ciencia cierta quién fue el que el pasado lunes arrojó dentro del predio en el que conviven unos 70 canes, una bolsa con huesos que habían sido rociados con un herbicida muy potente con el claro objeto de producir una matanza de animales.
La rápida reacción de Canale y de una colaboradora del refugio, Verónica Scorcelli, impidió que la matanza se concrete y aplicando ampollas de atropina lograron salvar a casi todos los animales que habían comido ese alimento (¿envenenado?).
“Una de las bolsitas tenía un plástico más grueso con los huesos adentro. Probablemente hayan pensado que se iba a defondar la bolsa con lo fuerte que son los productos con los que los rocían”, comenzó diciendo Canale.
Por el hecho, se hizo una denuncia policial en la que se expusieron los nombres de personas que han amenazado en alguna oportunidad con generar un daño al refugio y también de algunos a quienes ya se les descubrió algún tipo de daño realizado a los perros.
Hacía como un año y medio que el refugio de Pepe no tenía un intento de matanza, pero el hombre recordó que hace unos tres o cuatro años se producían atentados cada cinco meses que generaban la mortandad de alguna tanda de animales.
“Como tenía mi reserva de antídoto, lograba salvar a la mayoría, pero alguno siempre se escapan porque el veneno es muy fuerte o habían ingerido mucha comida”, rememoró Canale.
Cuando se intenta un envenenamiento de esta naturaleza, el tiempo para aplicar un remedio no supera la media hora. En ese lapso, el animal babea mucho y comienza a tener convulsiones, un temblequeo muy fuerte antes de morir.
Uno de los animales que ingirió el alimento contaminado desapareció y la presunción es que eligió algún lugar para ir a morirse, sobre todo teniendo en cuenta que el refugio está debajo de una espesa arboleda y muy cerca de una suerte de depósito de desechos de madera donde bien pueden esconderse. Otra media docena pudo ser salvada gracias a la aplicación rápida de la atropina.
El acompañamiento del estado
Canale asumió en carne propia la decisión de acoger a los perros de la calle, los sin raza, y los abandonados hace unos 15 años. Desde entonces, viene teniendo un elenco estable de unos 70 canes y lo hace con mucho voluntarismo y amor, pero reconoce que no cuenta con los recursos suficientes ni con el apoyo que debiera brindarle el gobierno municipal.
Recibe una colaboración de unos 700 pesos y otra cantidad similar para la compra del alimento. A todas claras es insuficiente para hacerse cargo de tamañan cantidad de animales. Vale aclarar que de no ser por “Pepe” todos esos perros estarían vagando por las calles de Caroya con lo que se transformarían en un problema para la ciudad y para el municipio que debiera aislarlos de algún modo.
Canale espera que le mejoren las condiciones de acompañamiento en lo económico, pero también que le ayuden a cerrar el predio para evitar que los perros salgan a la calle y ocasionen algún accidente.
El Departamento de Ambiente y Desarrollo Rural viene trabajando en una ordenanza de tenencia responsable y también de un plan de acción concreto.
Multarían en Caroya el maltrato animal
Además de estudiar las legislaciones de otros municipio, provincias, y hasta países, se está planificando la realización de un censo para identificar a los animales domésticos.
Con ese censo, se piensa trabajar en el tema de la castración con el objeto de reducir la cantidad de población canina. Y también generar un buen sistema de adopción de canes que estén castrados y sanos.
Pero el punto más fuerte de la planificación está en el proyecto de ordenanza que castigue el abandono y el maltrato animal con una multa, que tenga consecuencias económicas para quien lo hace.
“Para eso hace falta identificarlos primero. Saber a quién pertenecen. Sino pasa que el perro sale a la calle, muerde a alguien y nadie se hace cargo. Estamos viendo cómo hacer la identificación de los animales, no sabemos si con tatuaje o con chip, que quede registrado su calendario de vacunas. Tener una mascota implica una responsabilidad. Ordenanza, más identificación, más castración, más adopción, más saneamiento lograrán que este problema se vaya en marcha”, explicó Eduardo Angulo, responsable del Departamento de Ambiente de Colonia Caroya.
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