
Cada uno de nosotros emitimos una opinión de tipo emocional en función al grado de satisfacción e insatisfacción en la que nos encontremos sobre la organización de la cual formamos parte.
Pocas organizaciones se han esforzado por atender las necesidades de su factor humano; este nivel de atención se ve reflejado en crecimiento económico y una mejor calidad de vida de muchos seres humanos.
Los enfoques tradicionales de gestión empresarial se han preocupado por la calidad en los procesos para generar productos y servicios que satisfagan plenamente las especificaciones de los clientes. Hicieron a un lado la calidad humana, la integridad y la conciencia ecológica.
Es necesaria la re-significación de la calidad a la escala humana; pues ésta nace, crece y se reproduce en el corazón de las personas. De ahí el término de calidad humana. Este ser es el centro de las organizaciones, es quien hace que éstas funcionen, es aquí donde esta calidad humana se desborda al interior y exterior de las organizaciones a las que pertenecemos. A nuestras familias, comunidades, trabajos, naciones, hasta nuestro universo mismo. ¿Por qué no darle la importancia que de verdad tiene? puesto que da origen a lo que somos y a lo que hacemos a través de nuestras conductas y valores.
Dentro de una organización, la verdadera calidad existe cuando hay una gestión que armoniza lo que decimos con lo que hacemos, respetamos y compartimos las creencias y conocimientos de los demás, cuando se genera la innovación a través del potencial creativo de los colaboradores.
¿Qué tan difícil y menos importante es el suministrar satisfacción, orgullo y felicidad a las personas que están relacionadas con las organizaciones? No olvidemos que la calidad está dentro de los corazones, pues entonces hay que permitir que ésta salga e incorporaremos esta calidad a nuestra organización para que ésta de verdad sea una organización de calidad total; usándola como un indicador para medir el de-sempeño de nuestra organización.
Si queremos implantar un verdadero SGC, es necesario voltear y considerar a nuestros colaboradores, pues cuando estos se sienten infelices, deprimidos, inconformes, muchas veces sus actos hablan silenciosamente, manifestando su malestar a través de pequeños pero muy significantes boicots como desperdicio, tiempos muertos, mala calidad, robos hormigas ausentismo; “Propagación de una mala imagen de la empresa” , en otras palabras: venganza y suplica de atención.
Tanto hombres como mujeres son el acto de su trabajo, si las personas trabajan a gusto y son tratadas y remuneradas adecuadamente producen más, los estándares de calidad y las aportaciones creativas mejoran y como consecuencia su satisfacción se traduce en conductas alegres, abiertas, amistosas; es decir, estarán dispuestos a trabajar bajo un verdadero sistema de gestión de la calidad.
Todos pertenecemos a un mismo universo, y a varias organizaciones a la vez, por lo tanto no estamos sólos. Al formar parte de estos sistemas, jugamos dos papeles diferentes: el de miembro activo o el de líder (éste habita en cada uno de nosotros), es necesario que reflexionemos sobre qué tipo de liderazgo ejercemos, el de tipo centralizado y asfixiante o el de un líder transformacional, con un enfoque humanista y comprometido con su entorno, capaz de implementar la mejora continua en todas las organizaciones a las que pertenece. Si se aplica liderazgo humano y de servicio, es capaz de generar sistemas integrales de compromiso, llenos de creatividad e innovación conformando comunidades de conocimiento con una conciencia histórico social, educación crítica, ética, planetaria y de servicio.
Dentro de las organizaciones, tan importantes son los organigramas, las descripciones de puestos, diagramas de procesos, las políticas y procedimientos como las redes de intercambios emocionales que se van formando a lo largo del tiempo y en toda la empresa, son las fuerzas vivas de las organizaciones, que traerán satisfacciones, logros, éxitos o incumplimiento, destrucción, fallas.
Formemos nuestras vidas con momentos gratos, dentro y fuera de nuestras organizaciones. Apliquemos una reingeniería a escala humana. Mente, cuerpo, espíritu, emociones e interrelaciones.
Aprendamos a aprender, aprendamos a ser, aprendamos a conocer, aprendamos a querer, aprendamos a reconocer.
Aprendamos a pensar y a crear ambientes donde impere la creatividad y la innovación con un compromiso hacia nuestra persona, nuestras familias, nuestras organizaciones… nuestro mundo.
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