
Una invitación a reflexionar sobre el uso y abuso del término violencia. Una apelación a no utilizar frases hechas sobre el tema.
El diccionario de la Real Academia Española tiene como una de sus acepciones para la palabra violencia: la cualidad del violento. Y sobre el “violento” dice que es quien está fuera de su natural estado, situación o modo; quien obra con ímpetu y fuerza; la acción que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias; y también se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira.
Hoy, la palabras violencia y violento se disparan varios cientos de veces por día y se hace de esas palabras lugares comunes y frases hechas. En los medios de comunicación es muy frecuente escuchar la crónica de hechos de “violencia escolar”. En realidad, la mayoría de esos hechos se refiere a hechos de violencia ocurridos fuera de la escuela: riñas, agresiones, patoteadas, insultos, abusos, entre otros.
Digamos que no es la escuela el ámbito que propende a que esos hechos de violencia se desencadenen ni tampoco un lugar donde se esconden dichos hechos.
Por violencia escolar debe entenderse más bien, la vinculación enajenada entre directivos y docentes, entre docentes y docentes, o entre docentes y alumnos. Esa violencia escolar tiene como características la utilización de la “palabra” como herramienta de amedrentamiento, de amenaza, de desvalorización, de sometimiento, de agravio, de calumnia, de injuria. Rara vez ocurre que esa violencia se transforme en violencia física. La “palabra” tiene la suficiente fuerza como para demostrar la relación de fuerzas dentro de la institución.
Lo otro es la violencia lisa y llana que vivimos como sociedad y a la que nos hemos acostumbrado. Se caracteriza por el uso de la fuerza bruta ante la imposibilidad de utilizar la “palabra” como instrumento de diálogo, entendimiento, acuerdo.
Es la violencia que se da puertas adentro de la casa, en el trabajo, y mientras transitamos con nuestros vehículos por las calles de la ciudad. Es la violencia que deviene de la impotencia para resolver los problemas de otro modo.
Que dos alumnos o un grupo de alumnos se muelan a las piñas a la salida del colegio, no configura violencia escolar sino lisa y llanamente violencia.
Aunque pueda parecer un análisis con demasiado rigor desde la lengua, la intención es provocar la reflexión antes de disparar una frase hecha o caer en el lugar común y seguir contribuyendo con esto al descrédito del que gozan las instituciones educativas.
Porque es, precisamente, la escuela el lugar que asumió obligaciones que le corresponden al Estado y a la Familia. Es la escuela el lugar en el que los docentes no sólo enseñan contenidos y operaciones aritméticas sino que tienen que contener y enseñar valores para la vida.
La construcción de nuevos ciudadanos dependerá, en gran medida, del aporte que podamos hacerle a las instituciones educativas. Hoy, la escuela necesita criticidad pero desde el lugar de la construcción, y también necesita que no nos desentendamos de nuestras obligaciones como padres, como trabajadores, como vecinos, como contribuyentes.
Erradicar la violencia será una tarea conjunta que deberán encarar la sociedad y la escuela. Erradicar la violencia será promover la “palabra” para que no nos gane la ira.
holaaaaaaaa como vaaaaaa buenoo me llamoooo
ResponderEliminarpablo sevastiann bueno muy lindo el diarioo pero le ase falta una seccion de deportes,politica y de actividades con el mundo ovni por ejemplo no se olviden que estamos en la zona de argentina con mas abistamientos aca hay mucha gente que se interes x el tema . bueno esas son mis recomendaciones lo otro esta muy bienn graciassss