Editorial: Acerca de la conveniencia

Cuando se anuncia el uso de fondos públicos para la construcción de lugares que benefiaciarán a una minoría, vale la pena interrogarse.

No caben dudas de que TODOS y TODAS los/as ciudadanos/as merecen disfrutar de los servicios y las obras que se financian con el dinero que TODOS y TODAS aportamos  con nuestros impuestos y tasas y que administran los gobiernos de turno.
Pero cuando se anuncian obras que beneficiarán a minorías, vale la pena preguntarse sobre la oportunidad y conveniencia de algunos desembolsos. No en términos de rédito político sino simplemente de rédito para la ciudad en la que TODOS y TODAS vivimos.
Sirva como ejemplo, el anuncio del municipio de Jesús María sobre la inminente construcción de una pista para que los usuarios de patinetas hagan piruetas y satisfagan su necesidad de ejercitarse y recrearse.  El “skate park” merece cuando menos un análisis concienzudo antes de darlo por hecho. En primer término, porque no se trata de un deporte de conjunto que estimule el trabajo de equipo como podrían ser el estímulo a la práctica de fútbol, básquet, voley, hockey, handbol,  rugby, o beisbol, por citar los más conocidos.
En segundo lugar, porque antes que una práctica regular y  metódica, parece una moda y como tal condenada a una vida efímera. Valga recordar que en su momento las canchas de pádel se multiplicaron por todo el país hasta que se acotó a lo que es hoy: dos o tres canchas en la región. ¿Qué pasaría si el furor por el skate acabara? ¿Qué haríamos con la inversión que la ciudad puso en esa moda pasajera?
Sé que se van a enojar quienes practican con sus skates en distintos sitios de la ciudad, pero poco importan aquí las promesas de campaña porque el trasfondo que trae aparejada la construcción de un skate park supera la inversión económica.
Se trata de un deporte de riesgo que, sin embargo, también pueden practicar quienes no tienen pericia. ¿Qué pasaría si un inexperto se sube al skate park e intentando una pirueta de rompe la crisma al caer desde un metro viente de altura? ¿Puede el municipio de-sentenderse de la obligación de reparar en las medidas de seguridad que deberá contener? ¿No significará para el municipio un costo fijo en seguros contra accidentes, seguro por muerte, servicio de urgencias médicas, atención y rehabilitación para los accidentados? En un juicio contra el municipio por un accidente allí ¿No es la ciudad la que termina pagando?
No es lo mismo para la ciudad construir un circuito para estimular el autoejercicio que hacer una obra donde la posibilidad de accidentes es más elevada.
Nadie habla de no construirlo, pero pareciera que falta un debate de fondo porque es la ciudad la que se expone con sus recursos económicos.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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