En algún momento de 1992, una idea hizo nacer al grupo ACES y desde entonces vienen trabajando para que los jóvenes ayuden a otros pares a que se cuiden del VIH-SIDA y de las adicciones.
ACES nace de la conjunción de un desbordante amor paterno y del recuerdo entrañable de un amigo del alma. Así rememora Ignacio Aguirre que comenzó todo: con el fallecimiento de un amigo con el virus del VIH-SIDA y con la desesperación por intentar impedir que su hija Constanza se vea expuesta al riesgo de infección.
Y también nace de la conjunción de que un buen tipo convoque a otros buenos tipos y buenas tipas a trabajar para los demás.
Por eso, el resultado de ACES fue tan fecundo en estos 20 años. Porque allí la palabra tuvo un lugar primordial, sea en una palabra de aliento, en una paabra contenedora, en el guión de una obra de teatro, en el guión de una charla para un colegio, o en las discusiones en cada una de las reuniones los viernes por la tarde en el colegio Sarmiento.
“Soy afortunado en saber encontrar esa palabra que ayuda”, sintetiza “Nacho” Aguirre sobre el valor que tiene dentro de ACES. Jóvenes llenos de vida, luchando por la vida y contra la discriminación. Una genial idea que cumple 20 años en durante 2012.
Los lleva allí la curiosidad o la invitación de un amigo o de un par y se quedan allí porque encuentran razones para ser mejores ayudando a otros. Organizan charlas y talleres, dialogan con otros jóvenes de su edad sobre los peligros de estar expuesto ante el riesgo de infección con el virus del VIH-SIDA, y son una gigantesca máquina de multiplicar mensajes en favor de la vida.
Jesús María, Colonia Caroya, y Sinsacate tienen que estar muy orgullosas de tener una ONG que piense en ese futuro y en esa generación que está destinada a construir lo que falta.
Y tienen que estar agradecidas porque muchos jóvenes zafaron del virus y de las adicciones y, al mismo tiempo, esparcieron semillas de esperanza durante 20 años sin interrupción, sin ahorrar esfuerzo, entre muchos de sus iguales.
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