Las Estancias Jesuíticas cumplieron diez años como Patrimonio de la Humanidad

La UNESCO decidió su inclusión como sitio histórico el 2 de diciembre de 2000 en Australia.

­­La Manzana Jesuítica de Córdoba Capital y las Estancias Jesuíticas cumplieron diez años de la declaración de Patrimonio de la Humanidad realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Las reformas en los edificios históricos, el aumento de los turistas extranjeros, intervenciones en los alrededores de las construcciones jesuíticas, son sólo algunas transformaciones, que se pueden observar tras una década del reconocimiento internacional.
De acuerdo a datos del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS, por sus siglas en inglés), en Argentina existen ocho sitios declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad, de los cuales cuatro corresponden a lugares naturales y cuatro a sitios culturales. Entre los culturales, Córdoba cuenta un sitio en serie que incluye el Camino de las Estancias y la Manzana Jesuítica de la capital cordobesa. Las estancias que forman parte de la declaración internacional son: La Candelaria (Cruz del Eje),  Santa Catalina, Jesús María, Colonia Caroya y Alta Gracia.
La declaratoria ha producido cambios importantes. Por una parte, las gestiones apuntaron a la recuperación y restauración del sitio con los distintos lugares que lo componen. Además, iniciaron investigaciones para la recuperación y la interpretación del sistema jesuítico. Otro de los aspectos a destacar, fue el aumento en la cantidad de visitantes, en particular de turistas extranjeros.

Un largo recorrido en obras
En nuestra zona, se encuentran tres de las cinco Estancias Jesuíticas. Cada una de ellas pertenece a jurisdicciones diferentes: Santa Catalina está en manos de un consorcio privado, Caroya pertenece a la provincia y Jesús María a la Nación, (al igual que Alta Gracia). Tras la declaración mundial, los tres “propietarios” realizaron inversiones en refacciones y arreglos.
Así, por ejemplo, los tres edificios históricos encararon refacciones en los techos. Pero en el caso de Caroya hubo cambios por completo en el tendido de energía eléctrica, y se realizaron tareas de pintura y reparación del mobiliario. Allí, la provincia planifica la construcción de un centro de interpretación como parte de la inclusión de la Estancia como posta del Camino Real.
Por su parte, en  Jesús María, se modificó de manera completa la bodega que pasó a ser la nueva sala de arqueología, y se montó con la tecnología más adecuada para su conservación. El municipio acompañó con obras de mejoras en el acceso con la construcción de un empedrado, y tendido subterráneo de energía para no impedir la visual del conjunto arquitectónico, entre otras intervenciones.
Mientras que en Santa Catalina, uno de los mayores desa-fíos es mantener en buen estado los 13 kilómetros de tierra que separan la estancia del asfalto de la Ruta Provincial E-66. Allí, hubo pocas intervenciones y la accesibilidad estuvo complicada en algunos tramos de esta década.

Nuevos discursos
Un cambio radical que sufrieron Jesús María y Colonia Caroya fue en la modificación de sus guiones museológicos que guardan mayor coherencia ahora que en el pasado. Caroya con tres momentos bien definidos en su recorrido: jesuítico, fábrica de armas blancas, y lugar de acogimiento de los inmigrantes friulanos que fundaron la ciudad. Mientras que Jesús María definió la planta alta, el espacio para la colección de arte sacro y en la bodega la colección de objetos pertenecientes a los pueblos aborígenes.
Nelso Lenarduzzi, director del Museo Jesuítico de Jesús María, señaló su impresión sobre lo que trajo aparejada la declaración como Patrimonio de la Humanidad: “Le dio a este espacio el derecho de ser respetado, a ser conservado. Nosotros como pueblo somos los propietarios de este patrimonio y si no lo vamos a cuidar lo vamos a perder. Si no estamos permanentemente atendiéndolo, lo perdemos”.

Para toda la comunidad
El presidente del ICOMOS Argentina, Alfredo Conti, señaló que con el correr de las décadas ha cambiado el concepto de patrimonio mundial. En un principio, se vinculaba con el objeto patrimonial en sí, es decir, un edificio, un lugar o un sitio. “Hoy, el patrimonio es un complejo. Hoy hablamos de paisajes culturales, o paisajes que testimonian la interacción entre el hombre y la naturaleza. Hoy es muy importante el patrimonio inmaterial o sea la música, las danzas, la gastronomía”, puntualizó.
Además, indicó que el concepto de patrimonio tiene implicancias sociales. En este sentido, consideró que a la hora de evaluar el impacto se consulta: “¿De qué manera este sitio contribuye o puede contribuir a que realmente toda la comunidad se vea beneficiada?.
Fuente: María Luz Cortez y Claudio Minoldo para La Voz del Interior
 
Claudio Minoldo

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