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Requiem para un caroyense: Dalmacio Cadamuro (1919-2009)


Por: Amílcar Ñáñez (presidente del Concejo Deliberante de Colonia Caroya)

En recuerdo del ex intendente de Colonia Caroya a raíz de su fallecimiento.
Escribir sobre una personalidad de nuestra comunidad, no siempre es fácil, ya que debemos ser objetivos y desapasionados para no entrar en el jugo de la complacencia.
Don Dalmacio, en vida fue un referente local del radicalismo, como partido político y como estilo de vida. ¿Por qué digo esto? porque fue un hombre sencillo, con defectos y virtudes, que participó activamente en la vida política de Colonia Caroya, al servicio de la comunidad. Esto no es más que un recordatorio a su memoria, ya que como toda persona que llega a ocupar un cargo público, siempre tendrá sus seguidores y sus detractores.
Pero quiero hacer hincapié, en su modo de entender la vida de la ciudad a la que tuvo el honor de gobernar por dos períodos alternados, gracias al voto popular.
Fue un gobernante austero, cuidadoso de la cosa pública, preocupado por resolver los problemas de la ciudad, una ciudad distinta a la de hoy, con problemas mas acotados y con una idiosincrasia más propia de la colonia de nuestros nonos fundadores que de la ciudad que hoy crece con rapidez y quiere ser moderna, sin perder su esencia.
Rescato al hombre sencillo, que tenía por preparación, la experiencia que le dio la vida, de trato amable y campechano. Respetuoso y ameno, que trataba a todos por igual.
Para aquellos que empezamos a militar en el radicalismo, cuando él era intendente por segunda vez, era la voz autorizada dentro del comité.
Sin ser un gran orador, tenía la palabra justa y el consejo apropiado a la consulta o la inquietud que pudiéramos tener.
Aunque en los últimos años estuvo más alejado de la vida partidaria activa, siempre se preocupó por cómo estaba el partido. Por suerte, pudo disfrutar del homenaje en vida que le hizo el comité en diciembre de 2008, al cumplirse los 25 años del retorno de la democracia a nuestro país de la mano de Alfonsín y a nuestra ciudad bajo su liderazgo.
En síntesis, se fue un caroyense de ley, que trabajo desinteresadamente por mejorar la vida de la comunidad, con sus capacidades y limitaciones, dejando tras de si un legado de ética y conducta pública transparente, que hizo lo que pudo con los recursos que tuvo a su alcance. Vivió con dignidad y no cayó en las tentaciones que produce el poder, no pretendió perpetuarse ni aprovecharse del cargo que ocupó.
Como decía Irigoyen, “hay que ser radicales en todo y hasta el fin”, Don Dalmacio cumplió con esa premisa en forma cabal, respetando al adversario y haciéndolo participe de las decisiones que tomaba. Se fue un hombre cívico, de la democracia.
Pretendo con esto rescatar para la sociedad caroyense lo bueno y aprender de sus errores para no cometerlos, entonces si podremos decir que la tarea ha sido completada.
Sea este nuestro reconocimiento a un ciudadano que vivió según sus convicciones.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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