Breaking News
recent

Los buenos perdedores

Hay que sincerarse: no se puede andar cambiando de partido político como de calzones. No le hace nada bien a la democracia.

Quién no escuchó en alguna etapa de la vida, pero particularmente durante la niñez, la frase “no seas mal perdedor”. Se aplicaba al que abandonaba un partido de fútbol cuando la goleada era insoportable o cuando nos habían limpiado de “figuritas” y no queríamos seguir perdiendo. Exponíamos los argumentos para un supuesto retiro decoroso cuando en realidad no nos aguantábamos perder.
Díganme si no sienten que pasa lo mismo con los políticos. Cuando las reglas de juego en las que les toca jugar no son favorables se cruzan de vereda, casi de inmediato en nombre a una supuesta avanzada de ideas.
Y no hablo específicamente de la arena política local donde los ejemplos de “malos perdedores” abundan (esta máxima afecta a radicales y peronistas por igual, de modo que no se solacen pensando que es una crítica para algunos). En la vida política de los últimos 20 años, hemos visto travestidos a políticos que parecían de una avanzada izquierda pero en determinadas alianzas electorales fueron con la ultra derecha.
¿Es que tan fácil cambia uno de ideales, de valores, de ideologías? No tengo respuesta a esta pregunta, pero tenía la obligación de formularla. Si uno defiende la justicia social o la libertad o la institucionalidad no tiene demasiado margen partidario para militar y está claro que tiene que defender su espacio de participación, incluso cuando parecen coparle la parada.
No será que parte de este desconcierto tiene que ver con ese permanente cruzar el charco (perdón, José Manuel, si la tenías patentada a la frase) de políticos que han demostrado su versatilidad para militar en partidos de todos los colores. No será por eso que pocos quieren tomar parte de la vida partidaria y prefieren canalizar sus ansias en otras organizaciones menos contaminadas.
Por eso, hay que celebrar esta discusión que por estos días mantienen los afiliados al radicalismo y que están próximos a elegir sus autoridades locales, tras dos años de una intervención que para muchos fue arbitraria e injusta y para otros fue crucial.
Hay que celebrar que ante la incapacidad de un acuerdo, las diferencias se puedan saldar a través del voto de los afiliados y en elecciones internas. Esa es la mejor manera de perfeccionar esta joven democracia que estamos aprendiendo a vivenciar.
Pero ¡Atención, muchachos y muchachas! Que el que pierde se tiene que quedar porque esa es la regla de la vida partidaria. El que se queda tiene que disputar su espacio de poder desde la minoría y construir aún desde la diferencia de representación.
De otro modo, estaremos dando señales inequívocas de que le esquivamos a la dificultad, que le esquivamos a la adversidad, que no nos bancamos que nos estén ganando por goleada o que nos estén “limpiando” las figuritas.
Desde una visión fatalista podríamos decir que lo único que se pierde es la vida y que, por lo tanto, nada de lo que parece pérdida durante su transcurso realmente lo es. Si en términos de democracia perdemos, lo más honesto y constructivo es que seamos buenos perdedores porque es la regla esencial.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.