Ante los crecientes rumores sobre postergación de internas en los partidos políticos, una reflexión sobre su absoluta necesidad.
Los afiliados a la Unión Cívica Radical debieran ir a elecciones internas durante septiembre y los afiliados al partido Justicialista en noviembre. Al menos, ése era el acuerdo al que se había arribado antes de que sobreviniesen las adelantadas elecciones legislativas del 28 de junio.
Pero ahora parece que en ambos partidos vuelve a haber “consenso” para que esa discusión interna se postergue hasta nuevo aviso, esto es, cerca de las elecciones de 2011.
Ese bendito “consenso” se llama lisa y llanamente supresión de la democracia interna de los partidos que deben postergar otra vez la fecha en que se discuta quiénes son los idóneos para dirigir las cuestiones partidarias. Menciono sólo esos dos partidos porque se supone que son los que mayor organicidad tienen. ¿O alguno escuchó sobre elecciones internas dentro de los nuevos partidos y de las coaliciones partidarias?
Imagínense el caso del radicalismo de Jesús María sin elecciones y con un comité de Circuito intervenido o el del justicialismo totalmente quebrado por la división entre kirchneristas y schiarettistas. ¿Hasta cuándo deben esperar esos afiliados para poder votar para ratificar o rectificar el rumbo?
Resulta indispensable sanear la vida interna de los partidos para que vuelvan a ser el espacio de discusión sobre las mejoras que necesitan nuestras ciudades y las personas que deberán afrontar el desafío de conducir las transformaciones que se necesitan.
Quienes aspiran a conducir las principales fuerzas políticas a nivel provincial se olvidan de la realidad de muchas ciudades del interior donde, afortunadamente, sigue habiendo fuego partidario y ansias de participación. Es por ello que tienen que considerar seriamente la posibilidad de que las internas se concreten en los tiempos en que fueron anunciados.
En el interior, la última discusión partidaria interna seria fue la que tuvo el radicalismo de Colonia Caroya cuando intentaba elegir a los candidatos para las elecciones de 2007. La participación de afiliados fue muy interesante en ese entonces y el resultado fue sorpresivo porque hubo un histórico empate entre Rodolfo Visintín y Amílcar Ñáñez, hoy intendente y presidente del Concejo Deliberante, respectivamente.
Es digno de mencionar el ejemplo porque, contrariamente a lo que todos señalan, de esa discusión interna el radicalismo salió fortalecido y fue capaz de intentar armar una lista de unidad. De hecho, ganó las elecciones y tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la ciudad hasta 2011.
Las internas no son sólo deseables sino necesarias en una sociedad que se desacostumbró al debate y a la confrontación de ideas. Sin antagonismo, no hay política posible.
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