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Si todos hiciéramos lo mismo...


Por: Norberto Marchetto (Periodista e historiador aeronáutico, Miembro del Instituto Nacional Newberyano)

Un merecido reconocimiento post mortem para el Sargento (GN) Alberto Ferigolo, “Feri”

El trabajo periodístico me lleva, reiteradamente, a visitar distintos lugares de movimiento aeronáuticos, como así también dependencias administrativas afines. Una de ellas es la Jefatura de Aviación de Gendarmería, en el Edificio Centinela, de la ciudad de Buenos Aires.
Allí, hace ya algunos años, me llamó la atención una persona que siempre vestía de civil. Nunca lo ví de uniforme, salvo en una ocasión en que llevaba pantalón y camisa reglamentarios, aunque sin las insignias de grado. Chaquetilla y gorra, jamás. aún en las celebraciones oficiales, jamás. En esos casos lucía saco y corbate.
De tanto verlo vestido de esa manera, llegué a suponerlo un civil asimilado o algo así, pero pronto supe que era suboficial –sargento- y que cumplía tareas en la Jefatura.
De tanto concurrir al lugar, me habitué a verlo y de a poco fuimos entablando una incipiente relación de amistad, que fue creciendo con el tiempo.
Era notorio que se trataba de un hombre que de su trabajo conocía mucho e incluso daba la impresión de que, entre bambalinas, sus opiniones eran respetadas y tenidas en cuenta. Y no era solo una impresión. Era una realidad.
Alto, voluminoso y de movimientos un tanto pesados, trasuntaba una calma llamativa, inclusive cuando en el sector la actividad trascendía los límites de lo febril. Parecía estar permanentemente “parando la pelota”, para luego repartir el juego de manera coherente y ordenada.
Era todo un personaje e -independientemente de su peso en kilos- resultaba obvio que tenía su peso en conocimientos, a pesar de su baja categoría de revista. Parecía Jefe, aunque dado su grado, estaba muy lejos de ello, pero se codeaba con todos de igual a igual.
Cada vez que hablaba, era notorio que sus palabras no caían en saco roto y siempre se le prestaban atención, porque jamás decía “gansadas”. Sus comentarios eran acertados y precisos. Realmente conocía de lo suyo, pero no hacía alarde de ello. Dejaba caer sus opiniones como si nada y proseguía con sus cosas. Cuando se lo consultaba, era un completo manual de procedimientos. Conocía absolutamente de todo aquello relacionado con la especialidad y sus vericuetos administrativos.
Todos sus años de antigüedad habían transcurrido en ese sector de la Fuerza y era obvio que los mismos habían dejado su impronta, transformándolo en alguien que –aún sin mando- sabía muchísimo y su opinión era siempre respetada.
En una ocasión que conversamos más de la cuenta, dijo una frase de tal profundidad, a pesar de lo simple que puede parecer, tal como muy pocas veces oí. ¿quiere que le diga una cosa? –me dijo- “Yo sé muy bien que en Gendarmería no soy nada. Soy apenas un simple sargento, ¿y eso que es dentro de la estructura orgánica de la Fuerza? Nada, uno de los más bajos del escalafón, pero, ¿sabe…? Yo trabajo para ser el mejor sargento de Gendarmería”
Sin perjuicio de que otros la hayan pronunciado e incluso que sustenten ese mismo pensamiento, en mi caso era la primera vez que escuchaba algo así. ¿Puede pedirse mayor simpleza y sentido de la ubicación?
Esa definición trasciende mucho más allá de la frase en sí y de su significado literal. Es el pensamiento de un hombre cuyo compromiso se proyecta por encima de sí mismo y se enraíza con la Fuerza de la que forma parte y con la sociedad toda a la que pertenece.
Si cada uno de nosotros se desempeñara en la vida honrando esa premisa, sin dudas que tendríamos una sociedad distinta y un país mejor.
¿Se imaginan a cada uno esforzándose por ser el mejor en lo suyo? Si hasta casi suena a utopía…
Hace algunos años, una cruel enfermedad… (¿porqué no llamar a las cosas por su nombre sin ocultamientos que finalmente no ocultan nada, ni chismes y tapujos que nadie cree ni logran disfrazar la verdad?) …en realidad, un cáncer cerebral se llevó en menos de tres meses la vida de este hombre, que también llegó a ser un buen amigo.
Sargento (GN) Alberto Ferigolo, “Feri” para muchos, no sé que podrá suceder en el pensamiento de quienes lean estas líneas, pero en el mío propio, sus conceptos han dejado una huella indeleble, semejando la indicación de una imaginaria brújula que marca, en muchos aspectos de la vida, el rumbo a seguir, lo que no es poca cosa.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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