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Fieles en lo poco


Un hecho trágico en el barrio más vulnerable movilizó a los vecinos y ofreció un claro ejemplo de que siempre se puede ayudar.

Vivimos en una sociedad que le pone rótulos a las personas, que las etiqueta. Esa misma sociedad le pone rótulos, etiquetas, a determinados barrios y, por ende, a la gente que vive allí.
A mucha gente le cuesta pensar que el barrio más vulnerable de todos pueda brindar un extraordinario ejemplo de humanidad. Pero eso fue lo que pasó esta semana. Del barrio en el que viven los que menos tienen, surgieron gestos de solidaridad que habrá que tener en cuenta, a los que habrá que prestar particular atención porque servirán para derribar prejuicios e integrar.
Si hubo un hecho desgraciado esta semana, ése fue el incendio de una humilde casita de la calle Sierras de Achala, en barrio Sierras y Parque. El fuego fue tan cruel que no se conformó con destruir lo que a su paso se cruzaba sino que se llevó la vida de una pequeña de 10 años y dejó a una familia hecha trizas.
Un padre de familia sólo, tres hijos de 10, 7, y 4 años, y una pila de necesidades fueron los disparadores de una movida ejemplar del barrio en el que viven los que nada tienen. Los que nada tienen organizaron una colecta para ayudar a la familia siniestrada. Parte del vecindario consiguió que una iglesia evangélica sirva de base para recibir donaciones, en la calle Cerro Champaquí. Otros vecinos brindaron su número de teléfono para que los donantes puedan concretar las donaciones.
Hubo, incluso, un grupo de vecinos que actuaron de socorristas, de enfermeros, y de bomberos, mientras el fuego consumía la casita y las fuerzas de seguridad demoraban en arribar al vecindario. Y no los motivaba ningún ánimo de lucro. Solamente la necesidad de colaborar con un
padre y sus pequeños hijos, con una familia más necesitada que el resto.
Son estas nobles respuestas las que nos hacen pensar que no todo está perdido y que la pista puede provenir del sitio más impensado, de aquel lugar al que le pusimos rótulo, al que caratulamos, al que señalamos con el dedo.
Porque es justo decir que en barrio Sierras y Parque vive mucha gente honrada, mucha gente trabajadora, mucha gente que se conmueve ante el dolor de los demás. Es un barrio donde los que menos tienen pueden ser solidarios con los que tienen menos que ellos.
Qué bueno que sean los vecinos los que anticipen lo que, en muchos casos, tiene que realizar el estado en cualquiera de sus variantes (nacional, provincial, o municipal). Qué bueno que parta de los vecinos una iniciativa para ayudar y que en esa ayuda no haya ninguna especulación política ni nadie que pueda sacar una ventaja o una tajada de nada.
La construcción de un país diferente será posible cuando confluyan dos aspectos: vecinos que se comprometan con el prójimo -como demostraron los vecinos de Sierras y Parque- y vecinos que dejen de caratular a las personas. Después de todo, jesusmarienses son tanto los que viven en barrios residenciales como los que viven en barrios marginales.
Pero Jesús María necesita del conjunto de sus vecinos para crecer y para volver a creer en valores esenciales.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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