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El ocaso del poder


Por: Norberto Marchetto (Periodista e historiador aeronáutico, Miembro del Instituto Nacional Newberyano)

Este artículo, en alguno de sus puntos, es contestatario de “Primavera política y las raíces del ocaso”, aparecido en este semanario el domingo 12 del corriente, bajo la firma de Lucas Matías Contreras.
Respeto la opinión del autor, pero creo que su extrema juventud lo lleva, en un exceso de entusiasmo político, a ver las cosas de distinta manera de cómo son en la realidad, con un enfoque sumamente optimista y benévolo sobre la gestión presidencial.
En su artículo se refiere, entre otras cosas, como grandes logros de la gestión presidencial, al crecimiento, la redistribución y el trabajo.
No hay dudas de que el país creció, pero a la luz de los “dibujos” del INDEC de Guillermo Moreno y de su absurda reacción materializada en la prohibición de ciertas exportaciones, un despropósito en materia económica.
El PB es la suma de todos los valores agregados. Si se prohíbe exportar se desalienta la producción. Si no se produce, entonces no hay a que añadir valor agregado, con lo que se reduce el PB y por lógica consecuencia, también el crecimiento. Elemental. Pero así y todo se sigue con algunas prohibiciones, con lo cual se cree castigar a un sector, pero la realidad es que de esa manera, indirectamente se está castigando a todo el país.
En el supuesto de ese crecimiento cabría preguntarse ¿en beneficio de que sectores se manifestó el mismo? La redistribución, como su nombre lo indica, es redistribuir; lo que sea, lo que haya, entre todos. ¿Habrá estado alguna vez el autor en el conurbano bonaerense, en La Matanza, por ejemplo? Si estuvo allí ha hecho una mala lectura de lo que vio. ¿Dónde se observa la redistribución? Salvo que a la dádiva se la llame redistribución, porque de otra manera esta brilla por su ausencia.
Con las reservas que el gobierno dice tener, ¿puede hablarse de redistribución con fondos inmovilizados, mientras hay necesidades básicas de la población que no se atienden?
Por el simple hecho de entredichos personales y posturas antagónicas, ¿puede el Estado Nacional retacear el envío de recursos legítimos a una provincia, a Córdoba en este caso puntual?.
Ése es el peligro resultante cuando se confunden las cosas, los roles y el sentido del poder. Aquella famosa frase “el Estado soy yo”, tuvo su momento en una monarquía de hace muchísimos años y ya no es vigente en nuestros días, por más que el matrimonio presidencial se esfuerce en tenerla presente. Resulta muy difícil suponer que ellos no creen que son el Estado.
La gestión presidencial no es un mérito que corresponda ser destacado. Es una obligación enmarcada dentro del común de la gestión. Es lo que corresponde hacer y para lo cual fue elegida. No es nada extraordinario hacer lo que se debe, por lo que no hay nada que destacar ni cabe ponerse moño alguno.
Trabajo. El país está semiparalizado por conflictos que precisamente tienen su origen en la situación laboral. Despidos, reducción de jornadas, suspensiones y sueldos que no alcanzan son algunos de los ingredientes que conforman el explosivo cóctel de la protesta cuasi generalizada. ¿En que sector ve reflejado el autor el aumento de la oferta laboral?
Salud. Hospitales colapsados, desprovistos de los más elementales insumos, médicos en huelga, insuficiencia hospitalaria y epidemias que escapan de control, hablan de la fragilidad de un sistema que hace agua por todos lados.
Un párrafo del artículo dice: “Después de mucho tiempo hemos podido ver un gobierno presente” ¿Presente dónde? Si muchas de sus actitudes son de un autismo absoluto... Además, ¿cuál es ese mucho tiempo?
Habla de las “raíces del ocaso”, diciendo que nacieron con la decisión presidencial de instalar en la agenda pública la categoría de redistribución de la riqueza; a tocar (¿o apropiarse?) las fortunas agigantadas en pocos individuos. Pareciera que ello le molesta y lo que subyace en la expresión de esa idea trasciende incluso el pensamiento socialista para adentrarse en extremas posiciones, tan sólo comparables con lo que fue la izquierda bolchevique.
Es obvio a quienes se refiere cuando habla de las fortunas agigantadas, pero sin embargo no le llama la atención ni insinúa que dentro del mismo contexto no se toque la también agigantada y en constante crecimiento fortuna del matrimonio presidencial. ¿Esa fortuna es intocable, al mismo tiempo que se quiere ir encima de las demás? La cosa no suena muy equitativa que digamos.
En el concepto que tengo de la libertad y por ende de la libre empresa, cada uno debe ser dueño de lo que legítimamente posee y de sus rentas acrecentadas, si para ello tuvo la suficiente habilidad comercial para lograrlo. Con la misma filosofía sostengo que los tributos son necesarios, en porcentajes razonables y que jamás deben ser arbitrarios y confiscatorios. Una cosa es tributar y otra muy distinta es que le metan la mano en el bolsillo. Eso es algo que ni a mis hijos les permití nunca.
El Estado tiene derecho a establecer impuestos sobre una base de equidad, pero no tiene derecho alguno a confiscar y menos a través de actitudes arbitrarias, amenazantes e intimidatorias. Los “aprietes” no se condicen con la gestión de un gobierno supuestamente democrático. Suena a contrasentido tocar bolsillos ajenos mientras se resguardan los propios.
En la misma postura sobre la que habla acerca del “partido sojero”, también habla como otro gran mérito de la estatización de Aerolíneas Argentinas. Ese es un tema que conozco, creo que bien, porque soy un hombre de la aviación.
La estatización, más allá de expresiones patrioteras, es un gran desacierto, solo comparable con lo que fue la privatización donde, por no ejercer el debido control se desmanteló la flota y se dejaron caer rutas de importancia geopolítica y económica. Hoy AA es altamente deficitaria, sobreexcedida en personal y tripulaciones y con una flota heterogénea. En resumen, la línea hace rato que dejó de ser rentable.
El traspaso a manos nacionales no es más que un mascarón de proa político, al que se quiere exhibir como una conquista del actual gobierno. Más allá de la retórica, se estatizó un “clavo remachado” que, eso sí, alimenta el ego y la obsecuencia de ciertos personeros, al tiempo que enciende algunas fibras de corte patriótico, tipo reacción futbolera. ¡Aerolíneas es de nuevo nuestra…! ¡Bravo Cristina…! ¿y ahora qué?
Para el autor lo de AA ha sido una brillante decisión gubernamental. ¿Lo es también el caso de la Aerolínea Federal Argentina, un engendro creado hace algunos años por el gobierno, como alternativa nacional de Aerolíneas Argentinas?
La Aerolínea Federal Argentina tiene directorio, pilotos, copilotos, ingenieros de vuelo, comisarios de a bordo, TCP (azafatas) y mecánicos de mantenimiento que, hasta no hace mucho tiempo, cobraban sus sueldos. También tiene uniformes, isologotipo, documentación, papelería, y hasta tuvo un mostrador vacío en el Aeroparque Jorge Newbery. Todo perfecto y como corresponde a una línea aérea bien organizada, salvo un pequeño detalle: No tiene aviones. Nunca los tuvo, por lo que jamás se la puso operativamente en funcionamiento.
Hasta hoy, nadie le puso el cascabel al gato y el despilfarro acumulado es cuantioso. ¿ésto también es una buena gestión?
Se refiere a la ANSES como otro gran logro. ¿Se puede hablar de logros cuando se reparten indiscriminadamente recursos que son de los jubilados, otorgando beneficios a gente que jamás hizo aporte alguno? Tomar legítimos fondos de un sector para repartirlos graciosamente entre quienes no acreditan ningún derecho, ¿puede ser confundido con redistribución? Prefiero llamarlo malversación de fondos o apropiación ilegítima, cuyas consecuencias deberán afrontar los futuros gobiernos, haciéndose cargo de una herencia perniciosa que no es más que otra muestra de una mediocre gestión.
También habla de un Congreso “oxidado” al que el Estado le aplicó un tratamiento antióxido. A no caer en la confusión porque el que removió el óxido y sacudió las telarañas fue Cobos. Él y no otro fue quien terminó con la obsecuencia partidista y se atrevió a oponerse a la prepotencia gubernamental. Él tuvo lo que hay que tener y votó según su conciencia, a contrapelo de las órdenes y presiones que seguramente recibió.
El chico maneja muy bien la fraseología subliminal y son evidentes sus esfuerzos por inculcar en el desprevenido lector la idea de que los fracasos gubernamentales no son tales, sino que son logros propios de estadistas. Mediante una alquimia fraseológica, transforma una cosa en otra.
También dice que el gobierno se comprometió con la Verdad, la Memoria y la Justicia. Ocultar la realidad sobre el Dengue y manipular índices económicos, entre otras cosas, ¿es honrar la Verdad?.
Es indudable que el gobierno cometió varios pecados. El de soberbia (capital), el de autoritarismo y el de concentración de poder.
Todas esas cosas y seguramente muchas otras más, son las que llevaron a la derrota electoral reciente, de la que nuestro columnista debería hacer una atenta lectura. Cuando el NO del pueblo es más fuerte que el SI del gobierno, amerita que éste y todos sus adláteres se pongan a reflexionar.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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