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Inocencio ofrece cocina de autor y un lugar de encuentro

Desde que abrió sus puertas este exclusivo restaurante, la pregunta ¿dónde se puede comer salmón en Jesús María? ya tiene respuesta.


Martín Paruccia y Silvina Cresta se atrevieron a soñar este presente, el de ser los propietarios de Inocencio, el primer restaurante que se inscribe en lo que se denomina “cocina de autor”.
Mientras se concreta la entrevista, están atendiendo una fiesta privada y se van entusiasmando mutuamente mientras relatan esas tardes en las que buscaban una casona antigua con la personalidad suficiente como para albergar los sueños del cheff y la arquitecta.
Se tenían que alinear los astros y se alinearon. Martín venía de trabajar siete años como cheff de un complejo que ofrecía alojamiento y restaurante a clientes de turismo cinegético. Pero pensaba en el momento en largarse por cuenta propia o explorar otros rumbos.
Ya en Argentina había formado parte de una patrulla del prestigioso Francis Mallman y también había trabajado con Martiniano Molina, después de haber hecho su posgrado con Martín Molteni, otro prestigioso del rubro.
En septiembre del año pasado, un cliente lo invitó a cocinarle para él y unos amigos en Tenesse, Estados Unidos, y la experiencia resultó maravillosa. El anfitrión recibió a sus amigos en su cumpleaños con cabritos a la llama, empanadas, y otras delicias bien argentas.
Así, hasta surgió la posibilidad de ir a Inglaterra a trabajar en otra cadena de restaurantes, pero la suerte seguiría atada, sin saberlo, a Jesús María.
Y fue una de esas tardes de domingo cuando divisaron el cartelito de ‘se alquila’ en la casona de calle Córdoba al 750. Ése mismo día sabían que había nacido Inocencio.
“Nos gustó la casa, el lugar, la ubicación. Supimos que ahí iba a ser”, cuenta Silvina sobre el momento.
Y durante 60 días se abocaron a transformar ese espacio en un refinado lugar de encuentro, decorado con muy buen gusto, ambientado para el relax. Allí, se combinaron las profesiones -de algún modo relacionadas en la búsqueda de lo estético y en el placer de la creación- y se diseñó en forma conjunta la distribución de los espacios, la ornamentación y decoración, y hasta el diseño de los platos que se se sirven.

Especial para el disfrute
Si está apurado y quiere comida rápida ¡pues entonces ahórrese el disgusto y no vaya!.
Inocencio tiene 38 ubicaciones y no hay reposición de mesas. Entre plato y plato, median entre 15 y 25 minutos. ¿Por qué? Sencillamente porque no hay comida “marcada” con anterioridad, todo se prepara en el momento, todo está fresco, y se nota en el paladar.
Hace una hora que vemos cómo se sirve a los invitados. Antes de cada plato, el cheff explica qué condimentos usó, cómo se preparó el plato, y hasta sugiere cómo degustarlo. Mientras tanto, le echamos una probada al cóctel de camarones y a unos pinchos de mollejas. ¡Sensacional!. En la carta de inocencio, se destacan platos que fueron creados especialmente por Martín y que son exclusivos de su restaurante.
“El riesgo que asumimos es muy grande trabajando así, pero para nosotros es como si te invitáramos a nuestra casa. Queremos que Inocencio sea un lugar para mantener una conversación, para hacer una sobremesa, donde el tiempo se detenga, y se pueda disfrutar de una cocina diferente”, explica Martín en plan de confidencia.

La carta
Entre las entradas, la carta destaca mollejas rebozadas en cereal con salsa barbacoa, riñones a la mostaza antigua, brochettes de langostino con mezclum de verdes, y copa de camarones con manzanas verdes y palmitos.
Entre los platos principales, se proponen: trucha con salsa de almendras, tournedó de lomo con reducción de malbec,  salón rosado con salsa de champagne y azafrán, y bondiola de cerdo con mostaza de dijon. También hay algunos platos más clásicos como sorrentinos con salsa de camarones y ballotines de pollo con verduras salteadas. Entre los postres, mata la mousse de baileys, la pecera frutal, y “Misterio”.
El plus de Inocencio: la esmerada y agradable atención.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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