Por: Fernando Manera (Bromatología y Ambiente Municipalidad de Colonia Caroya. Asociación de Bromatología, Ambiente y Zoonosis de la Provincia de Córdoba. Autor del libro “Una amenaza Invisible”)
Esta semana, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado el uso de teléfonos móviles como "posible carcinógeno", basado en un estudio elaborado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC).
El comunicado de esta relación ha provocado confusión, dudas y reacciones contrarias por parte de la comunidad científica y de la sociedad.
Esta confusión está fundamentada en que ni lo afirma de forma tajante ni tampoco lo descarta, mucho menos se indica un nivel a partir del cual el aparato es peligroso, dato que - creo- sería muy importante.
Desde que comenzó el uso de esta tecnología, los teléfonos fueron disminuyendo su radiación, tanto que los actuales emiten una radiación unas 15 veces menor que al comienzo.
El estudio, además, no evidencia que utilizar teléfonos móviles suponga un mayor riesgo de producir cáncer, pero tampoco concluye que no haya ningún peligro, porque los resultados sugieren un "posible" riesgo.
Elisabeth Cardis, investigadora del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), es considerada una de las máximas autoridades mundiales sobre los efectos de las radiaciones de los móviles en la salud y es la investigadora principal del proyecto Interphone, el mayor estudio llevado a cabo en todo el mundo sobre los posibles efectos cancerígenos de la telefonía móvil.
La investigadora comunica que hay varios estudios importantes empezados o en marcha en este momento. Varios de estos estudios indican un aumento de riesgo en algunos usuarios, pero que los datos aportados no son, por el momento, suficientemente seguros para emitir una conclusión definitiva. Puede ser que los resultados se deban a limitaciones de metodología o a que el riesgo sea real. Como hay 5.000 millones de usuarios de teléfonos móviles en todo el mundo, si el riesgo existe y aunque sea pequeño, podrían ser muchos los tumores atribuibles a esta exposición. Por este motivo, ahora, y mientras los miembros de la comunidad científica seguimos con estudios que confirmen o descarten de manera definitiva esta posibilidad, más vale prevenir y limitar las exposiciones. Además manifiesta que tendremos resultados más claros o concluyentes dentro de 4 o 5 años.
La investigadora manifiesta: “una de las mayores dificultades en epidemiología es que es muy difícil estudiar los efectos a largo plazo de las nuevas tecnologías. En nuestros estudios tenemos pocos usuarios de más de 10 años con consumo importante. Y como sabemos que el cáncer puede tardar 10, 20, 30 años en declararse, según los factores carcinogénicos y los tipos de tumor, es todavía temprano para hacer una evaluación definitiva”. Por ello, recomienda, hasta tanto no se tengan resultados más certeros, minimizar en la medida de lo posible el uso cerca de la cabeza y utilizar el altavoz, o kits de manos-libres, o comunicarse vía SMS o envío de datos.
La opinión de muchas instituciones españolas, como la Sociedad de Oncología Médica, es que una conclusión así "no significa absolutamente nada".
Una ves más, los datos científicos no son concluyentes, ni a favor ni en contra, y una vez más nos debatiremos entre grupos “extremistas” a favor y grupos “extremistas” en contra, pero el sentido común me dice que en este tipo de tecnología de uso masivo, al igual que otras, debemos usarla adoptando medidas de cuidado,… sabiendo que existe la posibilidad de riesgo, limitar su uso a lo necesario, evitando que niños lo usen cotidianamente, y en la medida de lo posible dejarlo sobre escritorios o mesadas, tratando de usar manos libres, y demás artilugios, que en la medida que pensemos, se nos irán ocurriendo.
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