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La Cooperativa Crecer generó más de 50 puestos de trabajo en Sierras y Parques

Comenzaron seis vecinas y se fueron sumando cada vez más. Son ejemplo de trabajo en grupo.

Todo arrancó cuando el gobierno de la nación y el municipio financiaron un programa de autoconstrucción de 15 viviendas en barrio Sierras y Parques. Demoraron cuatro años en aquella empresa y fueron, principalmente, mujeres quienes trabajaron con la cuchara y el fratacho.
Esa experiencia les sirvió para darse cuenta de la capacidad para trabajar en equipo y fue el puntapie para la creación de una cooperativa de trabajo que lleva por nombre Crecer y que funciona desde hace seis años. Entre otras entidades, les prestan servicios a la Municipalidad de Jesús María, la Sociedad Rural de Jesús María, el Festival de Doma y Folklore, y Arcor.
Sobre la calle Comechingones al 315 de barrio Sierras y Parques de Jesús María se encuentra la oficina de la Cooperativa  de Trabajo Crecer Limitada. Es el punto de encuentro de los 58 trabajadores que desempeñan tareas actualmente.
Su actividad principal es el mantenimiento de espacios verdes y su principal cliente es el municipio de Jesús María. Son los que se encargan de la manutención del cementerio, de la terminal de ómnibus, del polideportivo de 17 de octubre, y de los barrios Los Nogales, La Costanera, Armada Nacional, La Florida, parte de Latinoamérica, y del propio Sierras y Parques. Además, se encargan de la manutención del club Alianza, de  los eventos de la Sociedad Rural de Jesús María, del Festival de Doma y Folklore durante enero, y de unos predios de la empresa Arcor. Además, viajan cada 15 días y trabajan con un grupo de personas en Río Primero.
Pese a que son una cooperativa, no están exentos de IVA ni de Ingresos Brutos y tienen todas sus obligaciones fiscales al día. Cada asociado cuenta con su monotributo social, seguro de accidentes y de vida, obra social, y servicio de urgencias médicas.
La gran diferencia con otras empresas es que Crecer nació de la necesidad de un grupo de mujeres que, tras la construcción de su propia vivienda a través de un mecanismo de autoconstrucción, decidieron  salir a pelearla en el mercado laboral y para eso crearon su propia fuente de trabajo.
A través de la intermediación de la oficina de empleo municipal y de la licenciada María Inés Parer, entre otros, las seis mujeres que iniciaron todo se fueron capacitando y le dieron forma a la cooperativa de trabajo.
Hoy, su presidenta es Karina Quevedo y fue elegida por sus compañeras por el compromiso que demostró con el proyecto.
“Hemos visto que hubo muchos cambios, principalmente, en las mujeres que te cuentan que pudieron comprarse un juego de dormitorio, por ejemplo, cosa que antes con el plan (jefes y jefas de hogar) no alcanzaba para nada. La gente valora mucho el trabajo y lo cuida y se preocupa cuando hay algún problema. Entre compañeros se tratan de ayudar. Es un grupo muy lindo porque hay ayuda mutua”, reseñó Karina sobre los cambios que notan desde que forman parte de la cooperativa.
Hasta antes de trabajar en Crecer, algunas mujeres podían acceder a un trabajo en una casa de familia y algunos hombres a la realización de alguna “chan-ga”, pero ninguno sabía sobre la estabilidad en un mismo trabajo y con un ingreso fijo.
“Cada uno hace trabajitos aparte, tanto los hombres como las mujeres, pero saben que a fin de mes tienen su sueldo fijo y eso les permite planificar alguna compra porque saben que van a contar con ese recurso para poder pagarlo. Tenemos el caso de una chica que vivía en una casita hecha con nylon negro y, hoy, con ayuda de casi todos los socios tiene su cocina, su dormitorio, y su baño porque pudo ir comprando de a poco. Cuando uno necesita, están todos, se cuenta con los demás”, graficó Karina.
Quevedo está lejos de andar ostentando por ser la máxima autoridad de la cooperativa y se desenvuelve como una más: “Mi mandato termina en abril. Estoy contenta con lo que hice porque empezamos seis y hoy somos 58. La cooperativa se hizo conocida entre varias empresas, nos ampliamos hasta Río Primero, y ahora estamos con el proyecto del Vivero que se logró con mucho esfuerzo y después de un año de trabajo. Cuando me vaya, me voy bien porque le dejé algo a la cooperativa”.
Es el ejemplo de gente que la pelea todos los días por un trabajo digno en un barrio con muchas carencias. Pero son los ejemplos que entusiasman, que invitan a redoblar los esfuerzos porque, con gente así, vale la pena seguir creyendo.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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