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Editorial: Sensaciones encontradas

 Aunque los avances se celebran, muchos argentinos esperan que ese piso de derechos alcanzados de lugar a nuevos desafíos y crecimiento.

Solamente un necio podría negar que nos va bastante mejor que en 2001 y 2002, al menos a la mayoría de los argentinos. Hace apenas poco más de una década, los índices de desocupación y el brutal ajuste que proponía el FMI y su recetario llevaban a otros concuidadanos a saquear supermercados y a enfrentarse con las fuerzas de seguridad en las calles.
Hace poco más de una década, un tal Domingo Felipe no nos dejaba sacar los ahorros de nuestras cuentas y  dio origen al término más antipático de la historia: “corralito financiero”.
Todo eso no había sido culpa de un tal Fernando sino el corolario de una fiesta que duró diez años y que encabezó un tal Carlos Saúl. No nos engañemos: en la década de los ‘90 muchos espejitos fueron comprados por argentinos que creyeron que mágicamente la moneda norteamericana podía cotizar exactamente lo mismo que nuestra moneda argentina.
Los que tuvieron más suerte en esa década viajaron al exterior, compraron autos, sacaron miles de cosas en créditos, y hasta consiguieron su vivienda. Pero el precio de esa fiesta lo pagaban otros argentinos a los que esos placeres les fue negado.
Y todo arrancó en 1994 cuando los partidos políticos cometieron el error de modificar la Constitución Nacional para permitir la reelección por única vez y acortar el período de gobierno presidencial a cuatro años.
Todo aquello ha quedado atrás y muchos prefieren alejar esas tristes imágenes lo máximo posible. El siglo 21 nos ha encontrado con un corpus legislativo muy interesante y con la sanción de leyes que en muchos lugares del mundo todavía se discuten. Se tomaron proyectos que permitieron la entrega de asignaciones a cambio de mantener a los niños escolarizados y dentro de un calendario de vacunación. Es decir, ya no son asignaciones porque sí sino que son asignaciones a cambio de.
Y todo ese bienestar motorizó la maquinaria del consumo y le ha permitido a nuestro país zafar de crisis internacionales como las que atravesaron los Estados Unidos y una parte de Europa.
Pero tampoco uno quiere quedarse solamente con el relato de lo que se consiguió e implora que se adopten nuevas medidas que permitan el crecimiento con inclusión que tanto abunda en los discursos.
Porque hay vastos sectores que siguen postergados por falta de viviendas, porque hay un millón de adolescentes que abandonan el secundario aunque es obligatorio por ley, porque hay amplios sectores que siguen con trabajos precarios e irregulares, porque en muchas ciudades los índices de pobreza se vienen manteniendo en los niveles históricos.
Son sensaciones encontradas las que se viven porque pareciera que todo juega a nuestro favor en un mundo que volvió a abrir sus puertas a Argentina, pero hay un puñado empeñado en aguarnos la fiesta y en entorpecer el camino.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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