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Editorial: Construcción del estereotipo

Una serie de publicaciones de los medios locales de comunicación merece, cuando menos, una enumeración de prácticas poco saludables.

La comunicación es un negocio, qué duda cabe. Los medios de comunicación generan fuentes de trabajo y ganancias para sus propietarios, al menos en la mayoría de los casos.
Pero se trata de un negocio que tiene una vinculación intrínseca con un “servicio”. Se informa a la comunidad, se la entretiene y, en mucho menor medida, se la forma. Es el ABC de todos los manuales de estudio de la comunicación.
Cada medio de comunicación establece un particular diálogo con su público, tiene sus marcas, esas señas que hacen que su público los elija, que los sintonicen, que los lean, que los vean, o los sigan por internet.
Ahora, de ninguna manera esa forma de establecer el diálogo puede perder de vista las obligaciones profesionales ni olvidar los condicionamientos legales a que está sometida nuestra profesión.
No todo lo que se sabe se puede decir y bastante de lo que se sabe está limitado por la legislación vigente. Es el caso, por ejemplo, de los casos de violencia familiar, de violencia doméstica, o de violencia contra niños, niñas, y adolescentes.
La legislación procura evitar que alguien que ya ha sido víctima de un hecho de violencia vuelva ser “violentado” por la comunidad que lo rodea.
Es por eso, que la información que se debe proporcionar debe estar despojada de la mayor parte de las descripciones: debe evitar nombres, sectorizar domicilios, exhibir fotografías, mostrar videos.
Recientemente, una noticia situada en Sierras y Parques dio cuenta de la edad de las dos personas que protagonizaron un hecho de violencia, la cantidad y la edad de cada uno de los hijos, la calle sobre la que está ubicada la vivienda, y hasta la policía publicó en el parte de prensa el nombre de la víctima mujer. Publicación de los datos que está prohibida por la ley.
No es la primera vez que ocurre. Lo que llama la atención es por qué no media por parte de la Fiscalía de Instrucción de Jesús María una advertencia de alguna naturaleza contra las instituciones o los medios que publican esas informaciones.
Y algo más. Sierras y Parques solo sale en las noticias policiales: violencia doméstica, hechos de vandalismo, robos, hurtos. Configuran en el público lector, oyente, televidente la idea de que en ese barrio nada bueno ocurre.
Muchos olvidan que funcionan en el barrio al menos tres merenderos, que viene trabajando muy bien la escuela secundaria, que la Cooperativa Crecer le brinda trabajo a más de 50 personas, que la Fundación Humanos trabaja sobre la nutrición de los niños en el barrio, y que existen cientos de vecinos que se levantan todos los días pensando en ganarse el pan con el sudor del trabajo.
Construir un estereotipo es muy fácil. Lo difícil, después, es ayudar a que un barrio no quede estigmatizado, a que no quede condenado a ser el peor del grado. Son prácticas que los medios de comunicación tenemos que revisar si queremos ser responsables de construir.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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