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Editorial: Adelantarse a la posibilidad

La democracia no es cuestión de simpatías y antipatías. El imperio de la democracia tiene su base en que se respete lo que establece la Constitución.

Mejor pronunciar un bando exagerado que lamentarse después. Si no hubiese pasado lo que pasó entre 1976 y 1983, probablemente Argentina no tendría clara la noción de derechos humanos.
Porque fue en esa época cuando fueron salvajemente suprimidos. A ese terror, los argentinos le dijimos ‘Nunca Más’ y lo pronunciamos cada vez que tenemos la oportunidad.
Nadie puede aseverar que los sucesos de esta semana hayan sido un intento desestabilizador de la democracia vigente, pero no resulta un dato menor saber que los manifestantes de esta semana son personas a las que el Estado les autoriza portar un arma para garantizar la seguridad.
A esa fuerza de seguridad, se le autoriza a utilizar la fuerza cuando se deben garantizar otros derechos, por ejemplo, el de la libre circulación que está garantizado por la Constitución Nacional.
Nos hemos acostumbrado a una lectura caprichosa de la Constitución y del corpus legislativo que se desprende de ella. De otro modo, no se toleraría que se incumpla la ley por parte de quienes tienen la obligación de cumplirla.
Le guste a quien le guste a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner le quedan más de 1000 días antes de que se culmine el período para el que fue reelecta con el 54 por ciento de los votos válidos en la elección de octubre de 2011.
No se trata de que nos caiga simpática o antipática la presidenta. Se trata de la voluntad de un electorado que, sobre una serie de candidatos, decidió respaldar a uno de ellos por una mayoría significativa.
Lo mejor que le puede pasar a la democracia argentina es que Cristina Fernández de Kirchner culmine su mandato y que sea nuevamente el electorado quien  decida a su sucesor o sucesora. Si la Consitución se respeta, en diciembre de 2015, se habrán cumplido los dos períodos consecutivos a los que autoriza el Código Electoral Nacional y la presidenta se tendrá que ir a su casa.
Y así como le solicitamos a las fuerzas de seguridad que respeten la Constitución, es menester solicitarles a los partidos políticos que respeten y hagan respetar lo que está consagrado en su extenso articulado.
Recién en 2013 la democracia argentina habrá cumplido 30 años, 30 jóvenes años en un país donde la supresión de la libertad ha sido un clásico discontinuo desde 1930 con el primer golpe de estado militar.
A cualquier intento desestabilizador tenemos que contrarrestarlo enérgicamente, sin ceguera, sin obnubilación, sin partidismos, sin ingresar en politiquerías.
Con la firmeza de un pueblo que sabe que lo mejor que le pudo pasar a nuestro país es haber recuperado las libertades, de poder expresarnos sin censura ni censores, de poder escuchar la música y los cantantes que nos gustan, de poder salir de noche y volver sano y salvo a casa, de poder reunirnos a discutir sobre política. A todo lo otro, un enorme ‘Nunca Más’.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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