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La inclusión en el colegio secundario

Las reformas que se plantean para el sistema educativo ya generan debate y prometen polémica. ¿Se viene una igualación para abajo?

Esta semana se difundió un informe en el que se consigna que, según estadísticas, apenas la mitad de los estudiantes que comienza el ciclo secundario lo finaliza. Durante los primeros años de ingreso al nivel medio, la tasa de cobertura supera el 80 por ciento, pero en la actualidad hay cerca de 900 mil adolescentes que abandonaron el secundario y a ellos apunta el rediseño del sistema educativo del que se viene hablando en las últimas semanas.
Los documentos que se conocen por el momento, tal el caso de los “Lineamientos políticos y estratégicos de la educación secundaria obligatoria”, señalan que el nuevo sistema tendrá 5 años de duración si en la jurisdicción se inicia tras el octavo grado; y de 6, si comienza luego del séptimo grado.
Pero ésa no sería la principal modificación ya que se discute también un cambio en el sistema de promoción, que incluya la posibilidad de que los alumnos puedan dejar más de dos asignaturas previas para el año siguiente, y que la evaluación deje de constituir una herramienta de expulsión o exclusión del sistema.
Si todo esto se lleva a la praxis, se promete una polémica mayúscula, principalmente, entre los docentes a los que poco interesan las estadísticas y más les ocupa que los alumnos se lleven un conjunto de conocimientos y valores que les sirva a los alumnos para la vida.
La iniciativa ya disparó preguntas obvias: ¿un secundario más flexible logrará evitar la expulsión de alumnos en las casi seis mil escuelas estatales que hay en el país o sólo servirá para mejorar las estadísticas? ¿La renovación también incluye mejor calidad de enseñanza? ¿La formación de los docentes también será revisada? ¿Cuál será el gran planteo de ahora en más?: ¿Lo que debe saber un alumno cuando termina la secundaria? ¿O cuántos la terminan?
Hay un aspecto en que la mayoría de los expertos coincide y que es fundamental para encarar la reestructuración del sistema: la formación de los docentes. Si el objetivo es aprobar a todos los chicos sin mejorar la formación docente, estadísticamente habrá más chicos que terminen la secundaria, lo que no querrá decir que sepan más, aseguran.
Luis Sotomayor, de la Fundación Lúminis, brindó algunas pistas sobre este cambio de paradigma que se propone en el sentido de que los docentes deben aprender cómo se hace un contrato didáctico nuevo con los alumnos, para garantizarles a esos estudiantes las mejores condiciones de egreso. Y poner el acento en el modo en que se acompaña la trayectoria de los alumnos. Las trayectorias estudiantiles tendrán que ser materia de estudio y de análisis si lo que se quiere es generar más inserción y menos fracaso.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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