Jesús María quiere una mesa de turismo local

Durante la semana, fueron invitados referentes privados de la gastronomía, la hotelería, las agencias de viaje, y del comercio para integrar una mesa de trabajo en la que se desarrolle una marca para Jesús María y se trabaje con el turismo todo el año.

El director de Cultura y Turismo de Jesús María, Sebastián Hissa, fue acompañado por el intendente y dos de los secretarios durante el lanzamiento de la mesa de trabajo sobre turismo local, una empresa en la que el municipio sabe que debe, necesariamente, intercambiar opiniones con el sector privado.
Y a poco de comenzar la reunión en la que se iban a explicar los cometidos del grupo de trabajo, comenzaron a surgir las voces que están desconformes con el trabajo que se hizo hasta ahora sobre la materia y sobre algunas actitudes que mantuvo el municipio en el tiempo con diferentes aspectos vinculados al sector gastronómico.
El primero en alzar su voz fue Juan Carlos Giordano, de Rancho el Cruce, para mostrar su enojo por la permisividad que mantiene el municipio durante algunas fechas en la que cualquiera que pone un cartelito y sale a vender comida como si se tratara de lo más normal del mundo.
Martín Paruccia y Silvina Cresta, del restaurante Inocencio, narraron el penoso derrotero burocrático que tuvieron que hacer antes de lograr que el municipio les autorice el lugar. Y la escasa comunicación que existe entre el sector y la gestión en el sentido de que nadie parece valorar las inversiones privadas que se realizan en la ciudad.
Norberto Zolovey, de Mora Resto Pub, y que también fue presidente del Centro Comercial, reiteró la desconexión normativa que existe en la ciudad en el sentido de que quiere promover el turismo, pero quienes deben legislar no están presentes y cuando legislan lo hacen desconociendo el paño sobre el que se trabaja. Para muestra, señaló que no hubo ni un concejal presente durante el lanzamiento de la mesa de turismo.
María José Bergagna, en representación del Festival de Doma y como promotora turística durante siete años en la oficina de la ruta 9, recordó que a Jesús María se la señala como la cuna del folklore, pero excepto en los diez días de enero no hay ni una mísera peña que ofrecer a los que llegan con ese imaginario.
Juan Garrido, propietario de Don Aristóbulo, se mostró esperanzado con la convocatoria a trabajar sobre el tema, aunque también recordó que la gastronomía que se ofrece durante los diez días de Festival no es de Jesús María. Pero no sólo eso sino que en muchos casos es mala y conspira contra la calidad con la que trabajan los locales habitualmente.
Cristian Brovelli, quien trabaja con el marketing turístico desde hace bastante tiempo tanto en Colonia Caroya como en Jesús María hizo una prolija enumeración de virtudes turística que tiene la ciudad, enhebrando hasta el evento que puede parecer más ínfimo.
La secretaria de Gobierno, Rosalba Coseani, valoró que la ciudad tenga al menos dos íconos con los que ser reconocida en el país: la Estancia Jesús María y el Festival de Doma y Folklore.
Cristian Bazán, en su caracter de organizador de eventos importantes (trajo a Chayanne y a Montaner al anfiteatro José Hernández) también se quejó sobre la soledad en la que trabajó durante su primer evento de caracter internacional en 2007.
Sebastián Hissa tomó con naturalidad que la mayoría de los presentes hiciera catársis y señalara su disgusto hacia el municipio por el tratamiento que le dio al turismo durante los últimos años.
Seguramente, en futuras reuniones la actual gestión podrá explicitar con mayor amplitud sus pretensiones de trabajo y, calmados los ánimos, podrá ir diagramando un plan de trabajo con plazos inmediatos, mediatos, y a largo plazo, antes de posicionar a Jesús María como ciudad turística todo el año.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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