“...Probad, colocando sobre mí un traje de payaso y permitidme que os hable francamente; os aseguro que limpiaré hasta el fondo el sucio estómago del corrompido mundo; con una condición: mi posición será aceptada con paciencia”. W. Shakespeare (“como gustéis”)Por: Juan Manuel García Escalada (Docente - Psicólogo Social)
Vivan los jóvenes que saben que el “ágora” de los griegos seguirá siempre vigente.
Esa civilización supo que el hombre debía hablar a los demás en su expresión genuina desde sus emociones internas y compartirlas con sus semejantes, y el Ágora (Teatro) fue el espacio creado. ¡Qué silencio, qué necesidad, qué comprensión! para que desde esa “esquina” se escuchara y resonara la palabra ante miles de griegos, que en esa época el micrófono no dañaba con decibeles exagerados. Silencio, y la voz humana sea hace potente y elocuente.
Los alumnos de sexto año del Instituto Nuestra Señora del Rosario del Milagro del Seminario Menor despidieron el final de su etapa escolar con una espléndida velada teatral. Todos ellos trabajaron con las profesionales de teatro, Gabriela Tamargo, y de lengua, Carolina Torchio.
Los que no fueron se lo perdieron.
Cuatro obras clásicas, sintetizadas en dos horas de expresión teatral, habla de la capacidad de los jóvenes de entender la esencia de los mensajes que quieren transmitir.
Estuvimos frente a Cyrano de Bergerac del francés Edmond Rostand; Dr. Jeckyll y Mister Hyde, del inglés Robert Stevenson, ¿Quién, yo? del argentino Dalmiro Sáenz, y por último El fantasma de la Opera del francés G. Leroux.
Amor, Contradicción, Absurdo y Miedo son los principales ingredientes de la oferta expuesta por los adolescentes. Un panegírico interesante para tener en cuenta cómo los chicos observan las obras clásicas y a los adultos del presente.
Síntesis expuesta en las obras, que en promedio de veinte minutos cada una, dieron cuenta que la integración del conocimiento no puede separarse de las emociones. Saben que la sociedad actual, en esta tan mentada “democracia materialista” al decir del francés Alain Badiou, necesita de nuevas integraciones desde el pensamiento y que enriquezcan la capacidad humana de sanar las heridas que los hombres y mujeres se producen.
Fue una puesta en escena con expectativas de jóvenes que no fue tan acompañada. Padres, tíos, abuelos/as, primos, amigos que faltaron a una cita interesante.
Lo placentero fue la creatividad de los jóvenes que llenaron de gusto y algarabía, y que cada año se superar a sí misma.
¡Viva el teatro con los jóvenes!
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