Por: Adrián Rolfo (Vecino de Jesús María) Ahora sí que ya no la conozco, ahora sí que ya no me encuentro, quién pudiera hallarse en una ciudad sin documentos, un conglomerado más donde lo que sobresale no es otra cosa que hormigón y hierro. Una ciudad como cualquier otra, donde lo secundario es lo primero, ya casi sin identidad, una ciudad que a nadie mantiene de buen humor por mucho tiempo.
Difícilmente pudiera alguien ingresar al centro de mi ciudad sin desviar su mirada, sin confirmar tan noble presencia, reflejo de nuestra infancia o la de nuestros hijos, no habrá transeúnte que no la eche de menos: ¿a dónde se lleva nuestra calesita señor marketinero?, ¿a dónde se lleva nuestra máquina del tiempo?
Ya ninguna moldura estéril de piedra y cemento devolverá tan bellos recuerdos, ya no habrá "plan de remodelación de espacios públicos" capaz de hacernos volver en el tiempo, ya no habrá revoque capaz de maquillar el vacío que queda en mi ciudad, ya ninguna feria de pueblo y cultura será cortina suficiente para tapar semejante hueco, ya no habrá identidad si se han llevado el documento.
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